Del derecho al techo al derecho a la ciudad
Por M. en Arq. Romy Rojas Garrido*
Hablar de vivienda es hablar de dignidad, de justicia y de futuro. Durante mucho tiempo pensamos que una casa era únicamente un techo, un espacio físico para protegerse de la intemperie. Hoy sabemos que es mucho más: es el lugar donde se cocina la esperanza, donde se cuidan los afectos y donde se sueñan las nuevas generaciones. ONU-Hábitat lo ha expresado con claridad: una vivienda adecuada no es solo tener un techo, es seguridad, asequibilidad y dignidad.
En México, sin embargo, esa dignidad sigue siendo una deuda abierta. Miles de familias permanecen en los márgenes, habitando viviendas alejadas del transporte, de los servicios básicos, del empleo y de las oportunidades. Viven lejos de las decisiones. A pesar de los esfuerzos institucionales, el déficit no es solo cuantitativo, sino profundamente cualitativo: no se trata únicamente de sumar casas, sino de garantizar hogares dignos, conectados y sostenibles.
La crisis no es exclusiva de nuestro país. En el mundo, más de 300 millones de personas viven en las calles, mil millones en asentamientos precarios y tres mil millones en viviendas inadecuadas. La magnitud de esta cifra interpela nuestra conciencia y nos recuerda que el derecho a la vivienda adecuada no es una meta opcional, sino una urgencia ética.
Es en este contexto que surge la Coalición por la Vivienda, un espacio plural e incluyente impulsado por el CONARED, Práctica:Laboratorio para la Democracia, CAM-SAM y ONU HABITAT. Su esencia es clara: la vivienda no puede seguir siendo vista como una mercancía, ni el suelo como un botín de especulación. Debe reconocerse como un derecho humano y un bien común, capaz de generar justicia territorial y cohesión social.
En el libro “El Pulso y el Impulso del Desarrollo Urbano en México”, editado por CONARED y SEDATU, el Dr. Alfonso Iracheta lo ha expresado con contundencia: “El suelo urbano debe tener una función social, es decir, debe destinarse a satisfacer necesidades colectivas, como la vivienda popular, los servicios y el espacio público.” Esa visión es la que debe guiarnos hacia ciudades más justas y equitativas.
Es cierto que en el actual sexenio el Gobierno de México ha planteado metas ambiciosas: más de 1.8 millones de viviendas nuevas, 199 mil tan solo en 2025. La titular de la SEDATU, Dra. Edna Vega Rangel, ha subrayado que existen reservas territoriales y capacidad institucional para hacerlo. Pero debemos decirlo con firmeza: construir no basta. Lo urgente es transformar el cómo, el dónde y el para quién se construye.
El desafío no es la cantidad de casas, sino garantizar calidad de vida. Y para ello se requieren políticas de vivienda que dejen de decidirse desde arriba y comiencen a gestarse desde abajo: desde los barrios, con datos, evidencias y, sobre todo, con la participación de la ciudadanía.
Durante décadas, la política urbana ha marginado a quienes no acceden al sistema formal de crédito. Mujeres, jóvenes y pueblos originarios han sido condenados a las periferias de siempre. Frente a ello, la producción social del hábitat se ha convertido en una respuesta legítima y resiliente de millones de familias. Reconocerla, apoyarla y fortalecerla es clave para una política habitacional que respete la diversidad de formas de habitar.
En las propuestas legislativas que impulsa CONARED está la convicción de integrar el ordenamiento territorial y de reconocer el valor de la planeación participativa como instrumentos fundamentales para garantizar este derecho. Porque lo que está en juego en cada decisión habitacional es el país que queremos construir: uno que expulsa o uno que integra; uno que margina o uno que cuida.
La Coalición por la Vivienda nace para tender puentes entre instituciones, academia, sociedad civil y comunidades. Para vincular lo técnico con lo humano, y para que el derecho a la ciudad deje de ser un discurso vacío y se convierta en una realidad palpable.
El México que soñamos comienza en la vivienda, pero se define en cada calle, en cada barrio y en cada decisión urbana. No basta con construir casas: debemos edificar comunidades, igualdad y futuro.
Hoy tenemos en nuestras manos la oportunidad histórica de hacer del derecho al techo una verdadera puerta al derecho a la ciudad. Ese es el compromiso y la invitación de la Coalición por la Vivienda.
*M. en Arq. Romy Rojas Garrido
Arquitecta por el Tec de Monterrey campus Queretaro y Maestra en Desarrollo Urbano y Vivienda por la Universidad de McHill
Primera mujer en liderar la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del estado de Queretaro.
Presidenta del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano de México (CONARED)









