El alquiler temporal se ha convertido en un negocio mucho más lucrativo que el arrendamiento tradicional de vivienda
Lo que alguna vez se presentó como una alternativa económica y colaborativa para hospedarse durante un viaje se ha convertido en una de las fuerzas más disruptivas del mercado inmobiliario urbano.
Las plataformas digitales de alojamiento temporal, como Airbnb, han reconfigurado profundamente no sólo la industria turística, sino también la oferta y dinámica de vivienda en las principales ciudades del país.
Así lo advirtió Alejandra Garrido Rodríguez, investigadora posdoctorante del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien encabeza una investigación sobre los efectos urbanos de estos sistemas de hospedaje en la Ciudad de México y otras urbes clave del país.
“Hoy, poco queda de esa idea de las plataformas colaborativas. Se trata de una industria inmensa, un monstruo urbano que ha transformado mucho de lo que conocíamos”, señaló la investigadora.
La expansión acelerada del alquiler vacacional
Con presencia en más de 220 países y regiones, este tipo de plataformas cuenta con alrededor de 8 millones de anuncios en 150,000 ciudades, más de 5 millones de anfitriones y más de 200 millones de huéspedes.
De acuerdo con la especialista, esta masificación ha convertido el alquiler temporal en un negocio mucho más lucrativo que el arrendamiento tradicional, desplazando viviendas habitacionales hacia usos turísticos.
En algunos casos, el ingreso generado por una propiedad en renta vacacional puede triplicar lo que obtendría el mismo inmueble en el mercado tradicional de arrendamiento.
El impacto en el tejido urbano
Desde la óptica urbana, el fenómeno no es menor. Garrido Rodríguez explicó que estas plataformas han impactado directamente en zonas con alta demanda turística y económica, lo que ha alterado la composición social, encarecido la vivienda y acelerado procesos de gentrificación.
En la Ciudad de México, por ejemplo, las alcaldías de Cuauhtémoc, Benito Juárez y Miguel Hidalgo concentran la mayor parte de la oferta en apps de hospedaje. En estas zonas, cada vez es más frecuente que viviendas enteras se destinen exclusivamente al turismo, lo que reduce la disponibilidad para habitantes permanentes.
Asimismo, este patrón se repite en destinos como Cancún, Playa del Carmen, Tulum, Guadalajara, Puerto Vallarta, Tijuana, Los Cabos, La Paz y San Miguel de Allende, donde el crecimiento turístico ha venido acompañado de un alza en los precios de renta y una transformación del entorno social.
Servicios rebasados y presión urbana
Uno de los principales retos que enfrenta este modelo es su incompatibilidad con la infraestructura urbana disponible.
Muchas de estas propiedades, originalmente diseñadas como viviendas familiares, son adaptadas para recibir un número elevado de huéspedes, lo que incrementa la presión sobre los servicios públicos como agua potable, recolección de residuos y movilidad.
Además, la constante rotación de usuarios impide la construcción de comunidad y modifica la identidad de los barrios.
¿Qué se está haciendo al respecto?
De momento, la regulación en México respecto a las plataformas de hospedaje sigue siendo limitada y fragmentada. Algunos estados han comenzado a discutir marcos legales que incluyan el registro obligatorio de anfitriones, el pago de impuestos y restricciones por zonas, pero aún existe un amplio margen de operación libre.
La investigadora de la UNAM destacó la necesidad de generar políticas públicas que equilibren la actividad turística con el derecho a la vivienda. Y plantea una reflexión crítica sobre cómo el desarrollo urbano no debe subordinarse únicamente a los intereses económicos inmediatos.
La paradoja de la recuperación turística
Tras la pandemia de Covid-19, las plataformas de hospedaje digital no sólo lograron recuperar terreno, sino que consolidaron su presencia como actores clave en la reactivación del turismo.
Según datos de la Secretaría de Turismo (Sectur), el turismo nacional ha crecido 15.6 % en lo que va de 2025 respecto a 2023, y buena parte de este impulso se ha canalizado a través del alojamiento alternativo.
No obstante, el desafío sigue siendo encontrar el equilibrio entre promover el turismo, incentivar el desarrollo económico y garantizar el acceso a vivienda digna para los habitantes permanentes de las ciudades.
