A casi un año del inicio del nuevo gobierno, por fin llegó. El Programa Nacional de Vivienda se había convertido en el documento más esperado por el sector. Y no es para menos. Sobre todo, si se entiende que éste será el que guiará las acciones en torno al reto habitacional para lo que resta del sexenio.
En términos generales, el Programa fue bien recibido por la industria. Se aplaude la visión propuesta de enfocar los esfuerzos en el sector de la población más vulnerable, y de apegar las acciones para concretar el derecho a la vivienda adecuada, todo según a lo que marca ONU-Habitat.
No obstante, en medio de este reconocimiento, se asoma una demanda del sector empresarial: la necesidad de impulsar una mayor participación de la vivienda nueva. Y es que el gobierno ha sido claro: los esfuerzos se concentrarán en atender mejoramientos y ampliaciones, en el sur-sureste, pues es ahí donde el diagnostico indica que se encuentra la mayor demanda.
Pero lejos de lo que se plantea, de los dimes y diretes en torno a la nueva política, el verdadero reto está en el cómo implementarla. Se ha dicho que el Programa son los lineamientos generales a seguir y que aún falta trabajar en el detalle.
Y precisamente, ahí es dónde se encuentra el desafío. La principal misión de autoridades, empresarios, academia, y sociedad, será que este Programa no se quede como una carta de buenas intenciones y se lleve al terreno de manera efectiva.
La sabiduría popular asegura que “el diablo está en los detalles”. Y se debe partir de esa premisa para trabajar en el punto fino y garantizar los esquemas que lleven a una implementación exitosa, que permita, efectivamente, lograr ese cambio de visión, en donde las viviendas estén mejor ubicadas, que lo que esté mal se corrija, y que las familias vulnerables reciban la solución que requieran.
Y por supuesto que la misión será aterrizar elementos que plantea el mismo Programa, y que a primera vista parecen aún un poco dispersos. En esa línea, la tarea ahora será definir, por ejemplo, cuál es la mejor manera para “ofrecer más facilidades de pago para los créditos y financiamientos con los que cuentan las personas”, como lo cita el propio Programa en la página 33, dentro del apartado donde se enumeran las “Estrategias Prioritarias y Acciones Puntuales”. De manera específica, este punto citado se identifica como el 1.1.5, enmarcado dentro de las “Acciones Puntuales” que establece la autoridad para “promover el acceso a una vivienda adecuada entre grupos vulnerables”.
Por otro lado, lo cierto es que, para muchos, ante el reto existente, el documento llega un poco tarde. Si bien se cumplió con los tiempos que marca la ley, a partir de ahora, el sector sólo tendrá cinco años para concretar los objetivos planteados.
Es rescatable que, tras la presentación del Programa, los diversos jugadores han lanzado la proclama de sumar esfuerzos y trabajar de la mano para llevar a buen puerto los objetivos planteados en el documento. Y vaya que será necesario, porque el reto habitacional es enorme, con diversas aristas, y sólo con el trabajo conjunto será posible superarlo.
Sólo para concluir, dejaría a consideración del lector un hecho que llamó mi atención: la presentación del Programa Nacional de Vivienda parece que no fue tan relevante para el Presidente. No sólo no asistió al evento realizado para dar a conocer el documento, sino que no dio un espacio en la conferencia mañanera para hacer alusión al tema, y el acto se relegó a otro palacio que no es el Nacional.