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Lecturas pendientes y alarmas sísmicas

Desde Centro Urbano |

Viernes 16 de febrero:

Justo hoy en el mañana, de camino al trabajo en la estación Chapultepec, terminé de leer un libro de cuentos de César Vallejo, no recuerdo hace cuánto lo compré, quizá fue en la Feria del Libro del Palacio de Minería, de la que el próximo jueves inicia la 39 edición; o quizá fue en un remate en el Auditorio Nacional, recuerden que el 27 de marzo se realizará su edición 12.

Esto me causa conflicto porque aún tengo libros pendientes que compré en las últimas ediciones de ambos eventos, varios siguen en su empaque, como el de El Paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa; Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, de Elizabeth Burgos, que compré en una feria en el Museo de Antropología; Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno (este libro pesa como dos kilos).

También están a la espera El Cobrador, de Rubem Fonseca; La bicicleta de Leonardo, de Paco Ignacio Taibo II; del mismo autor tengo pendiente la biografía del Che Guevara.

Si esta situación se suman los libros que quiere volver a “ler”, como La guerra del fin del mundo, Los Hermanos los Karamazov, Gazapo, La princesa del Palacio de Hierro, Navidad en las Montañas. Retomar lecturas que quedaron pendientes, como

Lunes 19 de febrero:

Las dos líneas y media anteriores fueron interrumpidas por el sonido de la alarma sísmica del pasado viernes, éramos pocos en la oficina, algunos estábamos distraídos con la música en nuestros audífonos, por lo que no escuchamos que se anunciaba la llegada de un temblor, pero varios compañeros empezaron a alertarnos y estuvimos atentos.

Nos colocamos cerca de las columnas que hay en la oficina, cuando empezó a moverse el piso, algunas cosas se cayeron y el edificio quería cantar o algo así, porque hizo algunos ruidos. El movimiento se detuvo, pero por pocos segundos y empezó de nuevo a bailar.

Todo se calmó y emprendimos la bajada de 11 pisos por las escaleras, nos encontramos con muchas personas en el trayecto, algunos ayudaban a sus compañeras a bajar o cargaban a señoras mayores que se sofocaban.

Afortunadamente sólo fue el susto, aunque para todos está fresco que en septiembre la ciudad pasó por un momento terrible y del que aún sigue todo el proceso de recuperación.

Ya en la calle logré llamar a casa y todo estaba bien. Mi mamá habló a casa de la abuela porque el pueblo queda a una hora de Pinotepa Nacional, seguro allá se sintió más fuerte el movimiento de la tierra, no me queda duda que la abuela calmó la tensión con un buen mezcal.

Todavía en los primeros minutos de hoy sonó la alarma, en mi edificio muchos bajamos al estacionamiento, lo bueno es que olvidé mis lentes, así no tengo una imagen nítida de mis vecinos en pijama…

Pero volviendo a los libros, tengo varios pendientes, seguramente ahora en la Feria de Minería compre otros y en el remate del Auditorio otros más, llegará su turno para abrirlos y disfrutarlos, por lo pronto ya inicié con el de Rigoberta Menchú.

Lecturas pendientes y alarmas sísmicas - rigoberta
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Diego Rodríguez

Egresado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la carrera en Comunicación, con especialidad en medios escritos. Reportero del desaparecido periódico Nuestro México, en donde cubrió las fuentes delegacionales y Asamblea Legislativa. También trabajó en la Coordinación de Comunicación Social en la delegación Álvaro Obregón. Le gusta leer novelas y cuentos.


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