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Los tres cerditos, la autoconstrucción y otros cuentos

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La autodestrucción de la vivienda y la ciudad por efecto del patrimonio negativo

Tonatiuh Meaney*

 

Los males inmuebles

Hay muchas familias que cuentan con una vivienda que si la vendieran, con lo recibido, no alcanzarían a pagar lo que resta del crédito, esto significa que son dueños de un patrimonio negativo: “la deuda hipotecaria supera el valor del inmueble” (Ellis, 2008). Algo similar pasa en las quiebras de las sociedades mercantiles. Cuando el patrimonio negativo se generaliza en el grupo de deudores de los países lleva a crisis globales como ocurrió en la década de inicio de los 10 de este siglo (Buchieri y Pereyra, 2016). Hay un diferencial generalizado entre los activos que constituyen los patrimonios y sus correspondientes pasivos. Este hecho es conocido por haber colapsado la economía en 2011. Pero hay otra forma en la que se generan patrimonios negativos que tuve el honor de que me la expusiera durante una charla, José Luis Romero Hicks, una de las personas con mayor conocimiento sobre la industria de la vivienda en México. Es el tema que, por la falta de sensibilización que hay al respecto, prefiero abordarlo esta vez, de forma poco ortodoxa, con más letras que números, dejando estos para otra ocasión.

El patrimonio habitacional negativo se da cuando la deuda vale más que el bien, que puede ocurrir por efecto financiero global o nacional, pero también por efecto de decisiones individuales de compradores, constructores, vendedores o autoridades, que hacen que una casa o terreno valga menos de lo que los oferentes del mercado están dispuestos a dar. Que puede ser por efectos de la construcción de mala calidad, o del terreno, de valor urbano cero. A estos bienes inmuebles, les llamaremos aquí males inmuebles porque se vuelven puntos negros que nadie quiere ni habitar, ni vender ni comprar, ni conservar, pero lo más desesperante, tampoco ni deshacerse de ellos, porque cualquier cosa que se haga sobre ellos, incrementará su valor negativo, convirtiéndolos cuando están en cluster, en vacíos de ciudad. Dado que el patrimonio es la base de la sustentabilidad pues es el conjunto heredable de una generación a otra, es imprescindible empezar por ahí para comprender esto.

Sustentabilidad y la construcción de patrimonio

Ante el peligro evidente de que el mundo desaparezca por la crisis ambiental como ya se ha planteado, en distintos foros por la ONU, todo proyecto de cualquier tamaño, individual o colectivo, debería ser sustentable, es decir, heredable: pertenece a las próximas generaciones, debe ser conservado, a nivel cultural, como ecológico o económico, a nivel global, nacional o familiar (Abramson, 2004). Por ello, acogiéndonos al principio del interés superior del niño, estaremos hablando en particular de que a los niños es a quienes se les debe garantizar la permanencia de esos bienes, pues son los herederos ya vivos, del patrimonio de las familias que habitan las ciudades. Entonces se ve la sustentabilidad como posibilidad de heredar a los hijos y las generaciones completas. El informe A Future for the Worlds children (Clark et al, 2020) establece que para el desarrollo de la infancia,

“una buena vivienda es fundamental. La prisa por la urbanización ha creado un planeta de barrios marginales. Los asentamientos informales, en los que vive actualmente aproximadamente el 40% de los niños del mundo, intensifican muchas de las amenazas … a través de una combinación de viviendas deficientes o estructuras de construcción ilegales e inadecuadas. Los residentes enfrentan hacinamiento y alta densidad, condiciones de vida insalubres y ubicaciones peligrosas, acceso deficiente a servicios básicos, pobreza y exclusión social e inseguridad de tenencia”.

El informe ha dejado claro que niñas y niños son las personas más vulnerables al comercio de productos de mala calidad, a la degradación ecológica y también a vivir en sitios o viviendas peligrosas. Cuando la vivienda es informal, o de construcción deficiente, no es sustentable, pues deteriora el medio ambiente, y no durará más de una generación por lo que no es heredable. El mismo informe recalca que aunque faltan datos locales, la información actual permite ver que es muy clara la situación.

“Aunque tenemos muy pocos datos desglosados ​​localmente, no necesitamos más evidencia de que estas exposiciones y las limitaciones tienen efectos nocivos sobre la salud [de los niños]… [quienes junto a las mujeres] …soportan la mayor carga de contaminación del aire interior por la quema de combustibles de biomasa. Mientras tanto, el acceso al agua potable y al saneamiento adecuado es poco común en tales entornos, a pesar de ser una de las intervenciones de salud pública más eficaces que una sociedad puede ofrecer para mejorar la salud y el bienestar.”

 

Letras antes que números

Mientras que la estadística nos permite comprobar hipótesis, la literatura, nos sensibiliza para poder formularlas. Los escritores llegan a intuir el mundo mejor que nadie; decía un amigo con razón o sin ella, que así pasa porque les hace bien tanto “no trabajar”. Casi cualquier novela está plagada de escenas de la vivienda o de la ciudad, que nos permite orientar reflexiones. Desde el máximo detalle como Perec narrando en La vida instrucciones de uso, cuarto por cuarto, persona por persona, hasta las narraciones de una ciudad completa, calle por calle, como hacía Joyce en Ulises, o Cortázar en Rayuela. Aunque el mismo nombre de esta columna sugiere evidenciar con datos, esta vez emularemos aprovecharemos el método narrativo, buscando primero entender el fondo del problema y puede ser desde una historia tan “elemental” como la de los tres cerditos.

Los tres cerditos de Grimm, corregidos por Disney y las casas de valor cero.

El cuento de los tres cerditos y el lobo data de la edad media, James Halliwell-Phillipps y luego los hermanos Grimm, la adaptaron a un mudo clásico. Básicamente es una historia de tres autocontructores expulsados de su origen, y los peligros y vulnerabilidad a la que se tienen que enfrentar por ello: su madre los corre de casa por lo que independizados deben construir la suya propia. El menor es un flojo que construye una redonda de paja que recuerda aldeas autóctonas, la acaba en un minuto para irse a jugar, el segundo construye una mejor, de materiales duros, pero perecederos como son la madera, y acaba menos pronto pero también lo suficiente para irse a jugar, el mayor de los tres construye con ladrillo, cemento, que le permite ponerle techo de doble agua y chimenea; mientras trabaja, sus hermanos van a burlarse de la casa tan sólida que construye. El lobo va por el primer cerdito tirando de un soplido la casa (que el cuento original dice “era basura”), y luego se lo come; lo mismo pasa con el segundo cerdito; pero cuando quiere ir por el tercero no logra entrar por lo que trata de meterse por la chimenea, bajo la cual hay una hoya, sobre la que cae para terminar siendo parte de un caldo que aprovecha el cerdito mayor para su propia alimentación.

La versión de Disney está por decirlo de algún modo, desinfectado. Da tregua a que sobrevivan tanto los cerditos menores como el lobo. Asocia al cerdito más primitivo una flauta que toca al terminar su casa, también considerado un instrumento primitivo; un violín al cerdito mediano y un sofisticado piano al cerdito más sofisticado que además sabe leer música, técnicas constructivas y es el único que usa pantalones. Para Riera (2014, a) (2014, b), esta versión se trata de una representación del capitalismo según los principios de la ética protestante establecida por Weber. Quien trabaja logra la seguridad, o en su visión moderna “échale ganitas y saldrás adelante”.

Para Bruno Bettelheim (1977), la historia se trata de una confrontación entre los principios psicoanalíticos de placer y realidad, al niño lector se le envía el mensaje de que el cerdito que ha trabajado duro, esperando para ir a jugar, es el que ha logrado una casa segura. También la psicología experimental tiene una versión similar de estos principios con el test del malvavisco de Walter Mischel quien experimentó con niños, ofreciéndoles una dotación doble de malvavisco si esperaban un rato, vio en sus resultados que los niños que habían esperado, años más tarde habían tenido “mejores” resultados en sus proyectos de vida, a esto le llamó postergación de la recompensa (Mischel, 2014). Alguien que ahorra para una casa siempre esta funcionando bajo el principio de realidad y postergando el principio de placer y por ello la recompensa.

Ambos aspectos son bien vistos en el capitalismo, bajo cualquiera de sus formas (liberalismo, neoliberalismo, social democracia, etc.) Bajo las interpretaciones del cuento, se omite que el descanso es parte del trabajo, como lo establece el artículo 123 de la Constitución mexicana de 1917 y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos 1948 (Mora, 2011). Incluso en el trabajo deportivo, los entrenadores suelen referir que uno de los componentes del entrenamiento es el descanso. En la versión de Disney, los cerditos menores son puestos como flojos porque al terminar su casa de dedican a jugar, a lo que además tendrían derecho por el hecho de ser algo similar a niños.

En una interpretación alternativa del cuento, podemos ver a la mamá de los cerditos como la ciudad que expulsa a sus habitantes, y deben buscar nuevos lugares. El que tiene más recursos, porque también tiene más edad, construirá una casa segura, y los que no, una casa menor, según sus capacidades. Los instrumentos que cada uno tocan también denotan sus capacidades (Riera, 2014 b). El lobo puede representar todas las inclemencias urbanas como sismos, tormentas, inundaciones, que estarían representadas por el lobo, que puede acabar por destruir la vivienda y tomar la vida de sus habitantes. La moraleja deja de ser la relación del deber y el trabajo con la seguridad para pasar a ser que los seres desplazados de su morada son tratados de maneras injustas. Pero quizá la enseñanza más importante que nos ofrece, es que el valor cero, una vivienda lo pude lograr siendo insegura; pues si no es útil para vivir (conservar la vida) no puede ser útil para cosas de menor importancia que vivir, como pasar el tiempo. De la moraleja moral pasamos a una moraleja técnica, la intermitencia de la producción de la vivienda, falta de diseño, especialización, y el uso extensivo de fuerza laboral sin descanso con rendimientos decrecientes, producen malas casas, y esto se sabe desde la edad media.

Sin embargo, el cuento sólo habla de casas y no dice algo muy importante, que la vivienda es la casa más su entorno.

Benedetti y Boyne sobre la casa más el entorno

En otra historia para niños, un poco más grandes, el padre de Bruno, en El Niño del Piyama de Rayas, de Boyne (2012), le dice a su hijo, cuando este extraña su casa desde que se mudaron a Berlin “que es mucho más bonito”, a un sitio tan inhóspito como Auschwitz​, que, “un hogar no es un edificio, ni una calle ni una ciudad; no tiene nada que ver con cosas tan materiales como los ladrillos y el cemento. Un hogar es donde está tu familia, ¿entiendes?”, el niño le increpa diciéndole que en Berlín están sus abuelos, por lo que, entonces ahí está su hogar, a lo que el padre no puede más que asentir. Eso ya lo ha tratado Jane Jacobs teóricamente otros autores en otras disertaciones (cf Cuervo, 2010).

En otra historia, cuando Claudio, en la novela La Borra del Café de Benedeti, le plantea a su pareja su estrategia para comprar una casa, ella le dice “te noto de lo más inmobiliario”. Vacilando aún, cuando escucha la noticia de la explosión de la bomba de Hiroshima, huye despavorido con el tío Edmundo, para que le ayude a asimilar ese hecho histórico, y con ganas de mejor donar el dinero de la casa, ante tanta muerte. El tío, bastante sabio, le dice lo que vale la pena citar completo:

“Mirá, Claudio, una cosa es tener mala conciencia y otra cosa es fabricársela. Me parece bien que tengas esa inquietud, pero ¿qué vas a hacer? ¿Pensás con ese dinero organizar un comando para ajusticiar a Truman? ¿O vas a construir un hospital para las víctimas de Hiroshima y Nagasaki? Como nunca tuviste nada, te parece que ese dinero que de pronto te cayó en las manos es una fortuna. Pero fijate que ni siquiera te alcanza, por sí solo, para que compres una vivienda, aunque por supuesto será una buena ayuda. Que pienses en tener tu casa, no es un rasgo de egoísmo, sino un sentimiento muy natural, muy humano. Hace ya mucho que nos compramos con Adela esta casa vieja, pero linda, con patio y parral. No por eso me considero un potentado. Mes a mes fuimos pagando el préstamo del Banco. Es un rasgo positivo de este país, al menos hasta ahora. Buena parte de los simples empleados, de los obreros, tienen una vivienda que pagaron metro a metro, jornal a jornal. Pensábamos disfrutarla los dos pero ahora, cuando ya se acabó la deuda, Adela no está. La vivienda no es sólo un bien inmobiliario, es también una forma de consolidación espiritual. Ya verás, cuando la tengas, que volver a tu casa, todas las noches, te dará un poco de confianza, no mucha, pero un poco, en medio de este mundo tan poco confiable.”

Así, la vivienda si es la casa, más el entorno compuesto por la infraestructura, familia, los vecinos, el paisaje, la historia y sobre todo el suelo. Es un patrimonio porque da confianza y da confianza porque es un bien inmobiliario que tiene un precio. Constituye la principal herencia de las familias que logran construirlo. Borges decía que al final solo había dos historias, la de Ulyses y la de Cristo, luego Vonnegut ofreció varias alternativas. Pero hay una que se repite una y otra vez en nuestra sociedad: la historia de Claudio, el personaje que quiere una casa, que busca embarcarse con créditos, asumiendo de ser como el cerdito mayor. Estas historias no siempre tienen final feliz, sobre todo cuando hay fuertes variaciones del precio del suelo.

Rulfo y el precio de suelo cero

Juan Rulfo, no hablaba mucho de las ciudades como Benedetti, sino de ambientes rurales, pero ambos entornos, urbano y rural, comparten respuestas a muchos problemas, entre los cuales está implícito el del precio cero del suelo. En su épico, inmortal y legendario cuento Nos han dado la tierra, en tres cuartillas nos da un mar de verdades superior al que puede proporcionar un análisis histórico de datos. Melitón y otros tres personajes, que quedaron de una caravana, compuesta cinco horas atrás, por más de veinte, caminan por el “camino sin orillas”, creyendo que no puede haber nada; después, gracias al ladrido de los perros descubren, que hay un pueblo, de cuya gente se “saborea ese olor… como si fuera una esperanza”. Y aunque está “muy allá. Es el viento el que lo acerca.” Mientras nos quedamos mudos con la capacidad expresiva de esa prosa, nos vamos enterando también que los caminantes ven una nube negra que solo desprende una gota, que “cae sola” haciendo un agujero en la tierra, desapareciendo, El calor les termina sus ganas de hablar, pues hace tanto que “calienta las palabras”. Descubren que es la tierra que les han dado, y se preguntan “¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?”. Nunca han visto llover ahí, “lo que se llama llover”. Y deducen que “el llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada”. Y “lo matan a uno sin avisarle” o les roban los caballos y sus mismas armas como les hicieron a ellos. El narrador nos dice “Vuelvo hacia todos lados y miro el llano. Tanta y tamaña tierra para nada. Se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga”. Se preguntan “cuando tengamos que trabajar aquí, ¿qué haremos para enfriarnos del sol, eh? Porque … nos dieron esta costra de tapetate para que la sembráramos.”

Fueron con “el delegado” a decir sus cosas, “que no hay agua ni para un buche”, que ni siquiera creen que el arado se pueda enterrar en esa tierra tan dura. Pero no los quisieron escuchar. Aquel les dice que nunca les prometieron tierra de riesgo y que ahí cuando llueva, el maíz crecería “como si lo estiraran”. Que “no se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos”, “Miles y miles de yuntas”. Y le recuerdan “Es que el llano, señor delegado”. El delegado desesperado, les dice que lo manifiesten por escrito y que se vayan. Manifiestan que no tienen nada contra “el Centro” sino contra el llano. Pero ya no los escuchan.

Melitón dice “Esta es la tierra que nos han dado.” Pero Faustino le cuestiona que cual tierra si ahí no hay ni “la tantita que necesitaría el viento para jugar a los remolinos.” Siguen bajando y descubren maravillosamente que abajo “la tierra se hace buena”. Les comienza a gustar. Hay árboles, y animales, agua y ya se oyen los perros junto. Para al final descubrir de nuevo que “La que nos han dado está allá arriba.”

Entre lo dramático y el humor negro devela la situación agraria multiplicada por siglos. Que también se vive de otra forma en las ciudades, donde no se busca tierra útil para sembrar sino útil para vivir. El valor agrícola requiere agua, vegetación, cercanía a un pueblo, viento, entre otras cosas, para que se produzca la renta agrícola, es decir, un diferencial de precio del producto. El suelo urbano genera rentas urbanas (diferenciales por la capacidad de conectar y habitar). El suelo sin valor agrario se abandona, igual que la vivienda construida sobre terrenos sin renta urbana.

La vivienda de valor cero

Si parece mentira que haya casas de valor cero como las de los cerditos, o terrenos de valor cero como los del llano, será aun más sorprendente que haya vivienda con valor negativo, que ocurre cuando casa o terreno tienen precios negativos cuyo valor absoluto es superior uno del otro. El problema es como con el oro falso, la persona que compra no se da cuenta, pues somo el personaje Edmundo, la sensación de tener casas es la de un potentado. Lo que resulta extraño tratándose de un derecho. Pero pasa lo mismo con otros derechos que al fin su consecución se considera un privilegio.

La corrupción inmobiliaria: casas con valor positivo en tierra de valor cero.

La vivienda puede lograr un valor negativo, por culpa de la construcción, mal hecha que requiere demolición, o por un terreno desconectado. En el primer caso es responsabilidad de quien la construye o la autoriza o facilita, y en el segundo, normalmente de la corrupción. La historia se repite miles de veces: si existe tierra con valor urbano cero (eventualmente con valor agrícola positivo) lejos de la conexión urbana, un agente digamos A, con información, la compra a precio de ganga. También existe un agente, C, normalmente un tomador de decisiones gubernamentales a nivel local. A se asocia con C, y A compra la tierra a precio de ganga, luego C, destina dinero público infraestructural, que conecta el terreno de antes valor cero inyectándole valor, hizo una transferencia de recursos públicos a los privados, sin siquiera violar la ley. Muchas veces se venden esas viviendas antes o simultáneamente al proceso de conexión. Por lo que convierten tierra de valor cero a tierra con valor, como por arte de magia.

Mezcla de historias: El proceso de la construcción de patrimonio cero

Para el peor escenario imaginemos al cerdito menor, construyendo su casa de paja que la historia original llama “basura” pero sobre el llano de Rulfo. Así hay una casa de valor cero sobre un terreno de valor cero, por lo tanto, se debe remover, lo cual cuesta y ahí obtiene su valor negativo. Veamos las posibilidades de combinar el valor urbano (suelo) y el arquitectónico (casa) obteniendo como se comporta el valor de la vivienda. En la tabla 1 se muestra como se puede generar el patrimonio negativo, puede venir por la mala producción de la casa, generalmente por autoconstrucción, o por la mala producción del suelo, normalmente por una localización inadecuada del terreno en un desarrollo de vivienda, incluso bien construida.

Tabla 1. Casos de combinación de valor arquitectónico y urbano para apreciar el valor patrimonial de la vivienda

Tonatiuh - Imagen 1 - Columna 27 de julio

 

Existen algoritmos conocidos para determinar tanto el valor urbano como el valor arquitectónico, que se pueden combinar para determinar y predecir burbujas inmobiliarias, como se hace en un instrumento en cuya elaboración tengo el gusto de participar.

 

Consecuencias del patrimonio negativo

Hay dos tipos de consecuencias, a nivel individual (familia) y colectivo (urbano).

Consecuencias familiares

A nivel familiar implica que el “mal inmueble”

  • Nunca se venderá pues vender implicaría pagar más de lo recibido.
  • Nunca mejorará su vivienda pues mejorarla incrementa el valor pero negativo, es el clásico, para que le meto arreglos a esta casa que se esta cayendo, a esta vivienda en zona inundable, etc.
  • Quizá ante la falta de otro lugar, los hijos construyan arriba, aumentando el valor negativo de la vivienda.

De esta forma autoconstruir significa autodestruir pues sorprendentemente disminuye el patrimonio. Cuando se le agrega un piso a una vivienda de valor negativo, no recupera valor, sino al contrario, pues será más caro aun demolerla.

Considerando al consumidor un ser racional, tratará de no incrementar negativamente su patrimonio, así que invertirá lo menos posible en una casa sobre un terreno de valor cero. Así que si la casa por su mala hechura o bien por la mala calidad o ubicación del terreno, implica patrimonio negativo, no le realizará mejoras. Pero hay la condición importante para eso: que tenga información. Así que cuando una familia tiene un crédito que sólo le alcanza para mejoras y está en el límite del del patrimonio negativo, tratará por todos los medios de recuperar lo que pueda de ese crédito, aunque sea para otros fines, y de ahí el eventual surgimiento de gestores ilegales que con manipulaciones pueden recuperar el dinero para sus clientes a cambio de jugosas compensaciones.

 

Otra forma de que ocurra esto

Consecuencias urbanas

Cuando el fenómeno anterior se repite por millones, se crean vacíos de ciudad, donde el valor negativo va reduciendo el valor de las viviendas vecinas, generando luego zonas de viviendas abandonadas, sobre las que hay poco que hacer. El proceso se observa muy claramente en la forma urbana. Las ciudades que crecen en forma dispersa o sprawl. La forma urbana perimetral tiene cinco formas básicas, cuando se construye dentro de la ciudad, no se generan valores negativos en consecuencia del suelo, tampoco el modo periurbano. En cambio, el suburbano y el disperso son los que generan estos fenómenos que generan decrecimiento población en la zonas de valor negativo, distorsionan la ciudad y incrementan la inequidad, generando traslados excesivos a los habitantes de las zonas de poco valor. El decrecimiento urbano es uno de los efectos de los patrimonios negativos, aunque también se da por incremento del valor como se menciona en la figura 2.

 

Figura 1. Modos de crecimiento urbano

Los tres cerditos, la autoconstrucción y otros cuentos - 1 T

 

Figura 2. Modos de decrecimiento urbano

Los tres cerditos, la autoconstrucción y otros cuentos - 2 T

La información como solución

A veces se plantea como solución al gran problema que representa la autocontrucción, simplemente cambiarle de nombre y promoverla con el nuevo nombre, ocurre cuando se le llama autoproducción, con el pretexto de que quien construye en realidad no lo hace porque se sirve de los servicios de otras personas, como si con el simple hecho de comprar ladrillos, no ocurriera lo mismo. Ya en los años 90 también se le trató de cambiar de nombre a la elegante nominación de gestión individual amparada (Hiernaux,1991) y el rebautizamiento no tuvo ningún efecto en la calidad de la vivienda. La autoconstrucción genera mermas importantes, coopras minoristas de alto costo, uso ineficiente de los materiales y mal diseño. Pero es sorprendente que más del 60% de las viviendas de México son autoconstruidas. Pero cada año miles de ellas se pierden por malas ubicaciones sobre causes de ríos, sismos, tormentas, deslaves, o a veces como las que tirara el lobo de los cerditos, por el soplido del viento. Si la vivienda es un derecho humano debe tener las siete características que indica la ONU (ONU, 2009) seguridad en la tenencia, de servicios disponibles, asequible, habitable, accesible, bien ubicada, adecuada culturalmente. Cuando varios de estos principios no se cumplen, normalmente la vivienda gana valor negativo. La autoconstrucción se relaciona con el incumplimiento de todos esos. Además, la autoconstrucción implica una sobre explotación laboral a la persona que autoconstruye.

En un mundo y en particular en un país donde gran cantidad de las personas sobrevivien, se debe reconocer que muchas familias tendrán que autoconstruir para contar con un techo, una aproximación a un mundo de vivienda adecuada es dotas de la información que requiere quien autoconstruye para que al menos garantice no estar construyendo un patrimonio negativo:

  • Información de burbuja inmobiliaria y variaciones de precio de la vivienda a adquirir o modificar
  • Información cruzada de proveedores para lograr precios de mayorista como tendría un profesional
  • Contar con información del valor de las casas y los terrenos mediante algoritmos distribuibles y accesibles a cualquiera.
  • Información geológica automática que permita conocer si una propiedad es inundable
  • Información sobre el gasto energético de cada zona mediante isla de calor

Existen otros de menor importancia.

A los tres cerditos los corrió su madre a buscar otro lugar, como hace la madre ciudad con sus habitantes. La diferencia entre el cerdito mayor y sus hermanos, es que este contaba con información y los otros no, por eso, y no por ser moralmente superior, supo que debía dedicar más trabajo a la construcción y selección de materiales adecuados, contra las inclemencias que representaba el lobo, pero que en la vida real, considerando fuerzas naturales y económicas, son mucho más voraces por lo que es necesario que las personas cuenten con información.

 

Referencias

Abramson, M. E. (2004). Patrimonio y ciudad: sustentabilidad urbana. Urbano, 7(10), 28-30.

Benedetti, M. (2012). A borra do café. Alfaguara.

Bettelheim, B., & Furió, S. (1977). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica.

Boyne, J. (2012). El niño con el pijama de rayas. Salamandra.

Buchieri, F., & Pereyra, A. (2016). Un mundo cauteloso: Reflexiones y desafíos a ocho años de la crisis financiera global. Informes Científicos Técnicos-UNPA, 8(3), 233-255.

Clark, H., Coll-Seck, A. M., Banerjee, A., Peterson, S., Dalglish, S. L., Ameratunga, S., y Costello, A. (2020). A future for the world’s children? A WHO–UNICEF–Lancet Commission. The Lancet, 395(10224), 605-658.

Cuervo Calle, J. J. (2010). Vivienda, casa, hogar? La construcción del concepto» hábitat doméstico.. ICONOFACTO, Volumen 6 Número 7, diciembre de 2010.

Ellis, L. (2008). How many in negative equity? The role of mortgage contract characteristics. https://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt0812h.pdf

Hiernaux-Nicolas, D. (1991). La autoconstrucción de la vivienda en el área metropolitana de la ciudad de México. Diseño y sociedad, (1), 58-73.

Mischel, W. (2014). The marshmallow test: Understanding self-control and how to master it. Random House.

Mora, C. (2011). EL derecho al esparcimiento, in Fix, Hector y Valadés, D. (2011). Instituciones sociales en el constitucionalismo contemporáneo (No. 369 I5). UNAM.

ONU (2009). Los siete elementos de una vivienda adecuada.

https://onuhabitat.org.mx/index.php/elementos-de-una-vivienda-adecuada

Riera, L. (2014 a). La fábula de Los tres cerditos en la versión de Walt Disney examinada desde la sociología comprensiva de Max Weber. Revista de Claseshistoria, (1), 1-12.

Riera, L. (2014 b). Música y sociedad en la fábula de los tres cerditos. Música y educación: revista internacional de pedagogía musical. Madrid, 2014, v. XXVII, 4, n. 100, diciembre ; p. 90-99

 

*Tonatiuh Meaney

Coordinador de impacto social Plurmac

Twiter @meaneysuarez

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