Inicio / Opinión / Desde Centro Urbano / The Jesus People o sobre los hippies alternativos

The Jesus People o sobre los hippies alternativos

Desde Centro Urbano |

 

Paralelo al auge del movimiento de masas juvenil, en EU nació un movimiento alternativo que todavía es tema de estudio

Hacia julio de 1971 las televisoras de Estados Unidos mostraron, a través de varios reportajes, el nacimiento de un movimiento espontáneo que reunía a cientos y cientos de personas de todas las edades y clases sociales. Uno de esos sitios era Playa Corona, en California, donde varios líderes del movimiento se turnaban para atender a cientos de personas que se bautizaban en el nombre de Jesucristo a las orillas del mar ante las cámaras de televisión.

Al emerger del agua, en los rostros de los bautizados había júbilo, amor, y una fuerza inusitada. Aunque eran personas de todas las edades, destacaban sobre todo los jóvenes, que estaban tocados, de manera sobrenatural, por el Espíritu de Dios. En ese ambiente espiritual inédito en uno de los países más liberales, la nota era excepcional, porque las personas que entregaban su vida a Dios retaban a todos los presentes a tomar la misma decisión.

Unos entonaban cantos acústicos referentes al perdón y el comienzo de una nueva relación con Dios a través de Jesucristo; eran melodías con tonadas contemporáneas. Mientras que otros, por cientos, alzaban las manos al cielo y alababan a Dios por lo que veían y sentían en sus corazones. Había gritos de victoria y júbilo, algo no antes visto en las playas de Estados Unidos. Era literalmente una marejada espiritual para contrarrestar el naciente movimiento que invocaba el sexo libre, la rebeldía y un creciente cuestionamiento severo a los valores de los padres (como lo anunciaba la letra de “She’s leaving home” de The Beatles) sumado a un aumento exponencial del consumo de ácido lisérgico (LSD), hachís, peyote, hongos alucinógenos y alcohol, entre otros.

Y también se dieron unos métodos de evangelización inimaginables, y que trascendían toda religiosidad y modos de compartir el Evangelio hasta esa época por la iglesia tradicional cristiana. Era común ver a chavas compartiendo en bikini folletos sobre La Biblia y la salvación; lo mismo había predicadores con enormes barbas, sandalias o pantalones con los símbolos de amor y paz, argumentando con vehemencia, pero respetuosamente, que había un camino alterno a la cultura que exaltaba los valores del hare krishna; a los ídolos de rock; a Timothy Leary y su apología sobre el LSD y la vivencia de nuevas experiencias –según él- “atractivas”.

En el contexto político había una gran agitación. Cientos de estudiantes habían sido arrestados por la policía en varias universidades; Martin Luther King, pastor de una iglesia protestante y probablemente uno de los activistas más connotados del siglo XX, fue asesinado brutalmente. Su búsqueda de igualdad entre negros y blancos había sido el detonante; el documental Gimme Shelter de The Rolling Stones (Albert and David Maysles, 1969) mostró cómo estuvo a punto de ser asesinado Michael Phillip Jagger a no ser por algunos elementos de la pandilla Hell Angels que asesinaron a sangre fría a una persona de color que empuñaba un revolver a unos metros del escenario donde tocaba la banda. El documento es un interesante coctel que mostró la simbiosis de violencia, rock y excesos.

Por su parte, en las Iglesias Calvary Chapel y Bethel Tarbernacle en Redondo Beach, California, se presentaron algunos jóvenes, como Lonnie Frisbee, que compartían acerca del arrepentimiento de pecados y la vida a través del Evangelio con denuedo y convicción.

Había en esos incipientes predicadores hippies una convicción contagiosa de su fe, la cual era apoyada con cantos en géneros diversos géneros musicales como gospel, country, blues y sobre todo folk. Algunos de los intérpretes eran Nancy Honeytree, Pat Boone (cantante famoso de rockabilly de los años 50), Love Song, Randy Stonehill, Phil Keaggy, Daniel Amos y Cliff Richards, entre otros.

En el caso de Cliff, ya había tenido cierta experiencia en el rock británico justo en la época de la llamada ola inglesa (The Beatles, Rolling Stones, Animals, Traffic, The Who, Cream, Led Zeppelin, The Kinks, Hollies y decenas más). Cabe señalar que en los servicios de estas iglesias los asistentes danzaban con un fervor inusitado. Coreaban una y otra vez “Jesús es Señor, Jesús es Señor” al tiempo que danzaban durante horas y días envueltos en un júbilo y alegría extraordinarios.

Varios especialistas en temas musicales, señalaron que la música que se puso de moda en los años 60 y 70, que el mundo tocó y reconoció mundialmente, había salido originalmente de la iglesia evangélica estadounidense. Varios documentales afirman la hipótesis en tal sentido e incluso los argumentos de varias películas como “Ray”, sobre la vida de Ray Charles (Taylor Hackford, 2004); el extraordinario documental “The Soul of a man” (Wim Wenders, 2003); o Red, White and Blues (Martin Scorsese, 2003) y otras películas más.

“Yo solo estoy regresando a las raíces”, dijo un integrante de la banda Adam’s Apple, cuando tocaba en los llamados coffee houses, donde tocaban. Contemporáneos a ellos, unos meses más adelante, surgió la banda Petra que cantó gospel rock durante más de 40 años y que se disolvió en la primera década del siglo 21.   

En cuanto a los jóvenes predicadores, éstos tenían sus centros de reunión en la Universidad de California en Berkeley, en North Beach, también en San Francisco y planeaban -sin los límites de la razón y en los tremendos espacios de la fe- cómo podrían llegar a ¡un millón de periódicos repartidos para proclamar el Evangelio! Eran síntomas inequívocos de un avivamiento y despertar increíble en su fe, que tenían tintes similares a otros avivamientos espirituales que se dieron en diversas partes del mundo en distintos siglos y regiones.

Lo asombroso fue que, siendo políticamente correctos dentro en una sociedad racista, tanto blancos como negros predicaron al mismo tiempo; la lucha de clases, irónicamente, se abolió ante el movimiento. Es importante señalar esto porque en la meca del capitalismo, el auge de los textos de Marx, Lenin y Feuberbach sobre la lucha de clases y la abolición de la propiedad privada tuvo precisamente su máximo esplendor, donde se pretendía un cambio político estructural y que devino en auténtica turbulencia política en otros países como Checoslovaquia, Chile, Francia, Inglaterra y México, entre otros.

La guerra de Vietnam había entrado en una etapa de desgaste; el consumo masivo de estimulantes en los happenings o comunas, tenía cada vez más relevancia a unos cuántos kilómetros de distancia del radio de influencia de los predicadores. George Harrison, integrante de The Beatles, había quedado asqueado de la cantidad ingente de degeneración que había en las comunas.

El contrapeso espiritual

Fue en medio de esta turbulencia  cuando el Movimiento de Jesús o también llamado Jesus People o Jesus Movement, se turnaron para dar fe de su testimonio. Muchos de ellos se enfrentaron a la policía, a jóvenes semidesnudos bajo efectos de drogas, y los que defendían el sexo libre. Si varios enarbolaron la visión del rock para conocer mejor al diablo, los integrantes de este movimiento no se amedrentaron, al contrario, se turnaban –en algunos casos, hombres sencillos, no universitarios- para rebatir las ideas liberales del momento.

Escuchaban, debatían y argumentaban con fervor sobre la salvación del alma del hombre, sobre la existencia del cielo y el infierno, sobre la autenticidad e integralidad de La Biblia, aunque muchos tenían presente la consigna famosa comunista: “La religión es el opio de los pueblos”.

Los integrantes espontáneos de The Jesus People testificaron cómo habían sido víctimas de la adicción a todo tipo de drogas, alcoholismo o cómo habían sufrido abusos; de la confusión mental que traían las creencias orientales a las que habían sucumbido; o la enfermiza adoración a ídolos o ideas.

Pero visto a la distancia, ¿cómo era posible que con tanta sencillez argumentaran con tal denuedo contra la cultura de libertinaje que los había llenado de soledad, miedo y extravío, y al mismo tiempo confesar que Jesucristo los había liberado, sanado y convertido en nuevas personas? Indudablemente, el tema rebasa el ámbito social para entrar en lo sobrenatural.

Y no era raro ver a la Jesus People a las afueras de los cines que proyectaban películas porno, bares, prostíbulos, casinos o casas de citas predicando, ante la mirada incrédula y enojada de los dueños. Era la valentía de Dios con ellos. Incluso, los documentos cinematográficos revelan que también esperaban a las personas que se adentraban en centros de ocultismo o espiritismo para arrebatarle, cara a cara, almas a las tinieblas.

La oleada que levantó a The Jesus People emergió en medio de la música rock clásica y las canciones de Canned Heat, Procol Harum, Creedence Clearwater Revival, Iron Butterfly, Janis Joplin, Jefferson Airplane, Mamas & the Papas, Jimi Hendrix, Beach Boys, Bob Dylan o The Doors entre otros.

Cabe señalar que la veneración a niveles de insania a los cantantes de rock también se volvió contra la salud mental de los mismos. Casi todos tuvieron problemas psicológicos  y de adicción. El hecho de decir que Clapton “era” Dios; que James Marshall Hendrix se inyectara heroína en el cerebro; que Keith Moon tomara calmantes para elefante revueltos con whisky, o que Keith Richards lanzara televisiones desde el décimo piso de un cuarto de hotel, eran muestra que los límites psicológicos de los músicos se estaban alterando.

En la poesía, la influencia de Allen Ginsberg, William Burroghs, Gregory Corzo o Lawrence Ferlinguetti, influyeron en el comportamiento de James Douglas Morrison, líder de The Doors. En las páginas de “No one here gets out Alive” de Dany Sugerman, se detalló cómo su visión del rock, aunque vanguardista y clásica, también tenía tintes suicidas y con complejo de Edipo. Su arresto en un concierto de Los Ángeles al mostrar sus partes íntimas fue el ocaso. La vida de Morrison acabaría en Francia, meses después, en medio de una gran cantidad de drogas y vino en una bañera, solitario. Meses después moriría también su compañera Pamela, llevándose a la tumba el secreto de su muerte.

Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones y Keith Moon, también entregaron su vida absurdamente.

En contraparte, Larry Norman, que salió del círculo de rock popular para integrarse a las filas de la Jesus People, murió, muchos años después, de manera sencilla y tocando rock como una forma de servicio a Dios únicamente con su guitarra acústica.

Pero Dios, a través del Espíritu Santo en su soberanía, había comenzado un fuego y un movimiento a través de estos miles de jóvenes que tomó por sorpresa a Norteamérica, con características similares a otros avivamientos que se dieron en Cane Ridge y Azusa Street, también en Estados Unidos durante el siglo 19.

Parte de esa influencia llegó a México precisamente a través del rock. Fue un movimiento que empezó en el norte del país con los hippies cristianos en los coffee houses o cafés cantantes de Monterrey y el movimiento que inició el Grupo Nuevo Nacimiento. Los pequeños grupos cristianos evangélicos fueron vistos con recelo por la sociedad mexicana norteña, y se les denominaba, en tono despectivo, los “protestantes”.

El movimiento llegó a Monterrey, Saltillo y Ciudad Juárez, entre otras ciudades. Y ahí llegó también a la vida de un joven llamado Sergio. Un chavo, que al pasar los años, cambiaría junto con su banda, el concepto gospel rock (o rock cristiano) en México y que incluso, merecería estar en los anales de los Records Guinness como uno de los grupos de rock mexicano con más permanencia, sólo por detrás de Three Souls in My Mind, de Alejandro Lora.

(Capítulo 2 del libro «Crónica de una historia sobre el gospel rock en México» en preparación).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tags

Mario Vázquez Barrios

Me inicié en El Financiero haciendo reportajes; en MegaNoticias Televisión fui reportero titular; en EMedios, control de calidad; y Radio 13 Noticias me acogió como colaborador. Me gusta encontrar en las banquetas la nota, una entrevista y el inicio de un reportaje.


NOTAS RELACIONADAS


Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas y mostrar publicidad personalizada.


Notice: ob_end_flush(): failed to send buffer of zlib output compression (0) in /home/centrourbano/public_html/revista/wp-includes/functions.php on line 5309