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Pásele marchanta, el metro: caos y horror

Desde Centro Urbano |

YurikoBe

 

 

Nada es gratis en esta vida y la prontitud con la que terminaron la L-12 no fue para menos, ese oasis para los que la transitaban día a día se desvaneció por instalaciones mal hechas y la visible corrupción de las autoridades y del sindicato

 

Hace unos meses había escrito sobre el aumento del STC Metro. Hoy vuelvo a hacerlo, sencillamente porque es una falta de respeto lo que está ocurriendo ahora en la Línea 12, la cual será suspendida desde Tláhuac hasta Atlalilco. La gran interrogante es ¿qué pasará con la gran afluencia de esa línea?

Sin duda, los principales afectados siempre somos los usuarios porque los trayectos que se hacían tal vez hasta en una hora, de nuevo volverán a ser de tres horas, eso sin contar el caos vial que se generará en la zona (y que efectivamente se dio).

A grandes rasgos lo que pasó fue que esta “Línea Dorada” se construyó a la carrera, con prisa, el entonces jefe de gobierno Marcelo Ebrard quiso inaugurar esta obra antes de entregar las llaves al flamante Miguel Ángel Mancera, quien tampoco ha sabido dar la cara por el servicio deficiente en este transporte público, ni en ningún otro, cabe señalar.

Esa prisa generó que los trenes no sean compatibles con las vías de la línea en su tramo elevado, es decir que estarán cerradas las siguientes estaciones: Tláhuac, Tlaltenco, Zapotitlán, Potitlán, Nopalera, Olivos, Tezonco, Periférico Oriente, Calle 11, Lomas Estrella, San Andrés Tomatlán, Culhuacán y Atlalilco.

Me molesta que las autoridades se hagan guajes con lo que está ocurriendo de manera global en el metro –en realidad en toda la red de transporte público del DF– pues cada vez sale más a flote la corrupción presente dentro del sindicato y  la correlación que estos hechos tienen con el gobierno capitalino.

Hagamos brevemente un recuento, en noviembre pasado se anunció la “consulta ciudadana” para conocer si la población quería que se subiera el metro o no, y la gente gustosa –tienen harto varo para gastar en transporte– dijo que sí estaba de acuerdo; subieron el precio del viaje de 3 a 5 pesos afectando la economía de los capitalinos y, principalmente, considero yo, de todos los trabajadores de la zona metropolitana donde el transporte es más caro (y más deficiente).

Las promesas de este infame aumento eran mayor seguridad para los usuarios (igual que en 2010), mejorar las condiciones de los trenes así como de las instalaciones (igual lo dijeron en 2010), sacar a los vagoneros (cosa que no han hecho) y para, según ellos, lograrlo pusieron nuevos elementos de la Policía Bancaria que lo único que hacen es comadrear entre ellos, sacarse los mocos y estar enajenados en sus celulares, es decir estar en todo menos en lo que deberían estar: sacando a los vagoneros.

Pero no, tampoco estoy vertiendo toda mi furia contra ellos porque a fin de cuentas son una consecuencia de un sistema económico y político deficiente que no genera empleos, pero que sí genera más desempleados. Son muy molestos, hasta el hartazgo, son molestos, sucios y más molestos.  Dudo muchísimo que ellos se salgan algún día del metro, sólo lo harían hasta que llegue un gobernante capitalino con pantalones y mano dura. Es mi sueño guajiro.

 

La culpa es de uno…

Así es, tampoco toda la culpa es del pobre, hueco, débil y deficiente gobierno capitalino. Mucha de la culpa es nuestra. Hace un par de meses platicaba con un notario y me decía que la cultura del mexicano en cuanto al cuidado de inmuebles es nula, es decir, que se dedicaba a destruir en vez de cuidar sus propias casas y espacios. La idea no me resultó nada descabellada.

En realidad, es bastante cierta. Las personas no tienen un cuidado por nada. Vemos que la gente en el metro se mete a comer sus garnachas, tira basura, se corta las uñas, raya, rompe, mutila y destruye; ya no hablemos de la higiene personal que también es un tema de cuidado (e individual). Visto de este modo, es entendible que parte del estado interno en el que se encuentran los trenes es culpa de los usuarios por la falta de educación y conciencia.

Como dicen en mi pueblo: “para mandar hay que saberlo hacer”, si como población planeamos exigir debemos saber exactamente qué queremos obtener, hasta dónde queremos llegar, con qué métodos y con qué tipo de organización, porque si sólo se hará un berrinche colectivo cual niño de 3 años es más que obvio que las autoridades no harán, si de por sí organizados ni pelan las peticiones, desorganizados es peor.

El asunto de todo este problema nos incumbe a todos. No sirve de nada que las autoridades otorguen instalaciones de primer mundo si se van a rayar, romper, quitar aquí y quitar allá y será de nuevo un círculo vicioso.

Por ello, creo que es necesario hacer conciencia individual para después extenderla colectivamente y exigir a las autoridades un servicio digno.

La situación del metro, del transporte público, de las calles, de la gobernanza en el país no va a cambiar en nada si nosotros como población nos quedamos callados, si somos agachones, si sólo somos activistas de escritorio, protestadores de redes sociales, de nada sirve si no hay acción, una acción que exija y rompa el confort y la comodidad desmedida de los grandes círculos políticos y sindicales que hay en todo el país.

En serio, dejemos de quejarnos y hagamos algo. Ya basta de quedarnos con los brazos cruzados.

Si necesitan más información sobre la situación del metro, les recomiendo estos reportajes:

De nuevo la corrupción parece ganar la partida 

El Metro, una bomba de tiempo 

Ah, por cierto, si usted aún se sigue preguntando ¿a qué se destinarán esos dos pesos de aumento?, le propongo algo: adivine.

 

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Yuriko Barrera

Egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Boxeadora, tragona, cocinera y bailadora. Gusto de las máscaras tétricas, los cuervos, el cine de terror y la música. Escribo en mi blog, Me divierto con lo que hago. Reportera porque amo y twittera porque quiero.


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