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El conformismo del mexicano.

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México seguramente es bien definido como el país “del bueno corazón” o de “corazón humilde”. Somos unas personas cálidas, amables y tan susceptibles a “la caridad” hacia aquellas personas que no tienen pena por estirar la mano por una moneda, que en la mayoría de las ocasiones no nos detenemos a preguntar si es que realmente esa personas viene de provincia y no tiene qué comer o si hay detrás una mafia explotándolos.

Con temor a leerme despectiva, fría, y sin corazón, me atreveré a decir que ese tipo de personas me molesta muchísimo y son de las que más sobran en este país. Mujeres que cargan a bebés en brazos pidiendo dinero porque son madres solteras; jóvenes que se suben al transporte público a cantar para pagar sus estudios; Hombres que tuvieron algún accidente y se quedaron sin un pie; Niños… humillándose, limpiando los zapatos de los pasajeros del metro; ancianos que difícilmente pueden pasar entre la multitud debido al cansancio de su cuerpo.

¿Qué hay detrás de esas personas? ¿Qué necesidad tienen los niños de que alguien les ponga mala cara y les conteste feo? ¿Qué necesidad tiene un anciano de estar parado todo el día con dolores de espalda y los empujones? ¿Qué necesidad tiene el bebé en brazos de escuchar la música al máximo volumen de los vendedores del metro? Supongo yo que ninguna.

México no es el país “del desempleo”, México es el país que cuenta con más microempresas o negocios familiares, porque hasta el vender papitas afuera de una escuela es un negocio muy rentable. ¿Entonces por qué hay gente que se mofa de la inocencia de las personas?

La mujer que es madre soltera puede encontrar un empleo para sacar adelante a ese pequeño hijo que nunca conocerá a su padre. El joven que se sube a cantar al camión puede estudiar y trabajar- Yo lo hice, así que no digan que no se puede – Los señores de provincia pueden acercarse a  albergues donde les pueden dar el mejor de los tratos por el sólo hecho de venir de fuera.

¿Y los niños y adultos mayores?  Eso seguramente es lo que más me enoja, pues si existe alguien a quien jamás le voy negar una moneda es a estas personitas. Ancianos a los que seguramente sus propios hijos los ponen a trabajar y les pegan si no llevan dinero. Niños que no van a la escuela, que no comen en todo el día y de igual manera son golpeados si no regresan a casa con alguna moneda.

Seguramente seremos anarquistas y diremos que es culpa del gobierno, pero no, esta vez no seré de esas de la borregada que culpe a los pésimos funcionarios de este país. Como ya mencioné sí hay trabajo y está la opción de lo negocios. La cuestión aquí es que no se quieren hacer las cosas, porque es más fácil estirar la mano que estar frente a un mostrador parado por 8 horas; más fácil que atender teléfonos que no dejan de sonar; más fácil que tomar la orden de otras personas.

Es más fácil poner a trabajar a los hijos y a nuestros padres ya viejos que cargar pesadas cajas en fábricas. México está lleno de personas conformistas, y es eso, el conformismo, lo que hace que este país esté tan tirado al carajo.

Cada persona puede hacer la más mínima diferencia, y el ejemplo más grande son los deportistas paralímpicos que su discapacidad no los limita, así que si la señora, mamá soltera tiene dos manos y dos pies, puede solventar perfectamente los gastos de su pequeño hijo,  y así con las otras situaciones. Sólo se trata de querer hacer las cosas, de dejar de forma independiente el conformismo que es tan representativo en cada uno de los mexicanos.

 

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Belem Guerrero


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