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REDIRAG – “comunismo de la información” como arma epidemiológica urbana

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“La injusticia maestra es hacer pasar una injusticia por justa”. Platón en La República.

Por Tonatiuh Meaney*

La inequidad ha sido inherente del sistema económico mexicano, en particular, en cuanto al tema de la inequidad de salud, que los sistemas políticos ni de una ni de otra bandera, hasta la fecha, han logrado superar. En México existe mucho menor acceso a la salud en los niveles socieconómicos más bajos (Ortiz et al, 2015). México es uno de los países con mayor inequidad en salud de la OCDE, aunque es imprecisa su ubicación por la calidad de los datos (OECD, 2019). Pero en las condiciones tecnológicas actuales, aunque siga siendo difícil repartir igualitariamente la riqueza, sí es posible hacer lo propio con la información, que después se puede traducir en una mejor distribución de la atención sanitaria.

Lo anterior, es uno de los papeles que pueden cumplir portales como el de Red Irag en la salud general y en eventos específicos como la pandemia por COVID que seguimos viviendo. Al fomentarlo, el sector salud, con grupos científicos y técnicos, en particular el desarrollo hecho por el Grupo de Investigación Geotecnología, Infraestructura,  Transporte y Sustentabilidad (GITS) del Instituto de Geografía de la UNAM, su unidad GITS, y el Laboratorio internacional de tecnología e investigación espacial (iSTAR) (con quienes tengo el honor de colaborar), contribuye de forma notoria en la salud equitativa, desde una perspectiva de soberanía tecnológica, pues ha sido desarrollado con software libre y en instituciones nacionales.

Este artículo argumenta sobre la importancia de los portales de información y como contribuyen en la construcción de equidad, no sólo en salud, sino de otros temas. La Red Irag permite que cualquier persona vea el nivel de saturación de un hospital y decida si acude a él, o bien, el número de casos hospitalizados en un municipio y decidir si realiza o no actividades ahí.

https://www.gits.igg.unam.mx/red-irag-dashboard/reviewHome

Se trata de un esfuerzo de socialización de la información que es importante sobre todo en la contención urbana de la pandemia COVID desde el punto de la oferta hospitalaria. A diferencia de múltiples plataformas sobre COVID que ofrecen información de demanda sanitaria (Albarrán y Suárez, 2020), ofrece información de oferta sanitaria en dos dimensiones 1) táctica (toma de decisiones inmediatas como a donde acudir) o 2) estratégicas de gobierno como la definición de semáforos federales o locales. Ha sido usado por investigadores, gobernantes y sociedad; tanto para criticar como para suscribir, de forma sustentada, las acciones de gobierno en torno a la pandemia. La plataforma es alimentada diariamente con información de uso de camas, con ventilador y en cuidados intensivos.

Figura 1. Entrada al portal de Sistema de Información de la Red IRAG

REDIRAG – “comunismo de la información” como arma epidemiológica urbana - figura 1

Figura 2. Paneles del portal para información detallada

REDIRAG – “comunismo de la información” como arma epidemiológica urbana - figura 2

Nuevos esfuerzos podrían evolucionar hacia una plataforma que integrara la demanda sanitaria con la oferta sanitaria, donde se pudieran establecer predicciones, o investigar aspectos logísticos. Ver este tipo de plataformas más allá de curiosidades informáticas o instrumentos solo útiles para los gobiernos, es parte de lo que se busca aquí.

(mx) = (≠)

Si México tuviera un signo abstracto emblemático que representara su historia, sería seguramente el de la desigualdad (≠), o en otras palabras: México igual a desigual. Esta condición también se presenta en el acceso a la vivienda, seguridad, movilidad, agua, salud, y otros derechos. En particular durante la pandemia COVID, la furia de la naturaleza no ha golpeado a todos los grupos por igual, pero como veremos más adelante, los mecanismos no son obvios, simples ni lineales. Parece nuevo lo que vivimos, pero solo es falta de memoria. En realidad es una historia cíclica. El fundador de la geografía empírica, Alejandro Von Humboldt ya se había percatado de la característica inequidad en México, y desde entonces no ha sido superada a pesar de que si han sido superadas muchas enfermedades en laboratorio.

“La arquitectura de los edificios públicos y privados, la finura del ajuar de las mujeres, el aire de la sociedad; todo anuncia un extremo de esmero, que se contrapone extraordinariamente a la desnudez, ignorancia y rusticidad del populacho. Esta inmensa desigualdad de fortunas no sólo se observa en la casta de los blancos (europeos o criollos), sino que igualmente se manifiesta entre los indígenas.” (Humboldt, 1827)

También el mismo geógrafo describió en el mismo libro, las múltiples epidemias de la colonia y como azotaban más a la población pobre y como las habían librado los antiguos pobladores. Cita a Torquemada, con algo de duda, cuando este precisa que las dos epidemias del matlazáhuatl (traída por Colón en caballos y cerdos), que no es otra cosa que la misma peste, habían matado a 80 mil indios en 1545 y a dos millones en 1576. Aceptando la fatalidad de la peste, considera que fue aún más cruel obstáculo para el progreso en la Nueva España, el hambre, tanto por causas económicas que por efectos meteorológicos, como la helada del maíz que un 8 de agosto de 1784 después de una sequía extraordinaria, condujo a la población a comer arcilla para absorber los jugos gástricos y pancreáticos calmando el hambre, y llevándose a más de 300 mil personas.

Y no fue lo único, en los siglos XVI y XVII, el catálogo mórbido fue variado: fiebre amarilla, paludismo, sarampión, tabardillo, pestes diversas, catarros, la diarrea que se consideraba enfermedad y no síntoma, y la peor de todas que fue la viruela. Entre todas redujeron la población indígena que no tenía inmunidad 80%, frente al aumento de la población europea. Simplemente en la Ciudad de México, a principios de la conquista había de 250 mil a 400 mil habitantes, y 190 años después, 104,750 habitantes, según el primer censo (Rodríguez y Rodríguez, 1999)

A principios del siglo XIX, continuo la viruela (1813), el sarampión (1825), y entre 1832 y 1833 murió el 5% de la población por cólera. Las medidas tomadas, aun sin que se conociera bien los mecanismos de transmisión hasta 1848, eran similares a las de hoy en día: lavarse las manos, desinfección de espacios, inspección de mercados. Y a pesar de ellas “la epidemia se esparcía… por toda la ciudad.” (Velazco, 1992). Afectando más a los indígenas. Y en el caso de la Ciudad de México, aunque “era considerada como propensa a la propagación de las epidemias, por sus particulares características naturales” (ibid.) también se reconoció que “uno de sus mayores problemas estribaba en las pésimas condiciones sociales, en la carencia de infraestructura y en el bajo nivel de vida de sus habitantes.” (ibid.). En el año del cólera se instrumentó la infraestructura de desagüe de la ciudad; el cambio de hospitales del centro a la periferia; dotación de agua y de inodoros; y aun con todo, apareció un rebrote en 1850.

El siglo XIX fue de rebrotes de tifo en 1813, 1848, y en particular entre 1877 y 1878, hubo uno retratado por Guillermo Prieto en sus crónicas, en el que se aprecia una ciudad claramente segmentada, con un centro próspero con servicios urbanos y por otro lado barrios periféricos enfermos e insalubres. De forma muy parecida a la actualidad, se culpaba de la pandemia, a la gente que salía a la calle, como hoy también, las clases más acomodadas que pueden permanecer en casa, llaman covidiotas a quienes salen, aunque sea por motivos de necesidad de trabajo. Se creía que los pobres y sus barrios (San Antonio Abad, Niño Perdido, San Pablo, La merced, Ignacio Manuel Altamirano) eran los portadores por tener habitaciones reducidas con poca ventilación. Y describía esas viviendas como “verdaderos ataúdes en que el pobre sepulta su agonía, esperando la muerte” (Rangel, 2011). Las víctimas casi siempre son los pobres (Serrano et al, 2020) También Márquez (1991) en su tesis de doctorado, vuelta después libro, muestra la evolución de las epidemias en la ciudad de México, antes y después de Pasteur, donde se aprecia que las víctimas favoritas son los pobres. Pero la enfermedad dejó de respetar posición social. Por ejemplo, el piojo contribuía en la infección y las familias pobres vendían la ropa de los muertos donde podían ir parásitos con la infección.

Con la entrada de la revolución, se debilitaron las instituciones, infraestructura y población, llegando también enfermedades. El tifo siguió ensañándose con las personas pobres que siguieron viviendo en casas pequeñas sin ventilación suficiente, donde a veces toda la familia enfermaba. Muy comunes en Tepito, La Merced, Peralvillo y Portales (Rodríguez, 2016). De los poco más de 700 mil habitantes que tenía la ciudad de México, entre el inicio de la epidemia con hambre y desempleo en 1915 y 1917, hubo más de 21 mil enfermos de los que murieron casi 3,500. Una letalidad del 16%.

Al principio, se pensó que el causante era un mosco. Luego se entendieron los factores y se aplicaron tácticas muy similares a las de sana distancia de hoy: se instituyó una policía sanitaria que obligó a quitar puestos de comida de la calle, destruir la basura, se prohibió el pulque y otras bebidas a menudeo, centros de baile o velorios, se prohibió entrar a gente desaseada a los centros de reunión, que cerraban máximo a las 11. Se emitió una estrategia que incluía información, cesar enfermos, despiojarlos y trasladarlos fuera de la ciudad (ibid.). Es impresionante lo similares que son las medidas al día de hoy con la poca información que existía en ese entonces, una incipiente microbiología y pocas formas de difundirla.

Llegó a casi todo el mundo la llamada fiebre española (H1N1) llamada así porque en España la prensa dio mucha información dando la idea de que había más casos. Y en solo 4 meses, dio un saldo fatal de entre 2.5 y 5% de la población mundial colapsando los sistemas de salud. Morían por neumonía, muchos sangrando por la boca o nariz. En México comenzó en el norte con un niño que infectó a su familia y esta al pueblo que simplemente se extinguió. Corrió hacia el sur, a una velocidad de 1500 a 2000 muertes diarias, de las cuales 100 eran en la ciudad de México; que tenía casi 900 mil habitantes de los que murieron 7300. Afectó más a mujeres y jóvenes de entre 15 a 40 años. Aunque se multaba a quienes violaban la cuarentena decretada que recomendaba distancia, caminata, asoleamiento, cierre de iglesias y teatros, ventilación y lavado continuo de cara y manos, se saturaron los hospitales, y colonias más afectadas fueron Tacuba, Tlalnepantla y Azcapotzalco donde había gran cantidad de pobres, mucho más vulnerables por la malnutrición y el hacinamiento. La epidemia desapareció tan rápido como apareció. (Morfín, y Molina, 2010). En el mundo actual, la reformulación de los derechos y El derecho a la ciudad plantea que todas las personas que viven en ella deben tener acceso a la salud (Sugranyes, 2010)

La granja de las inequidades

En lo anterior vemos que las víctimas favoritas de las epidemias, han sido los pobres, igual que las del hambre, de los carentes de vivienda, desempleados. La parte de la humanidad que se llama a si misma progresista, ha encontrado distintas fórmulas para lidiar con la inequidad. La más extendida ha sido el comunismo. Cuando mi hijo menor era chico, lo dormía con cuentos de Roal Dahl, y cuando acabamos los más de 20 libros, comencé a explorar otros llegando a la granja de los animales de Orwell. Que ahora se, quizá no era el prototipo de lectura infantil. La historia de la granja, también es la de la humanidad. Primero los animales ganan y recuperan la granja expulsando a los humanos. Uno, aunque es humano siente que ha triunfado el bien. Pero los cerdos se apoderan y se vuelven prácticamente humanos, caminando en dos patas, durmiendo en cama, vistiendo ropa, bebiendo alcohol y lo más importante matando animales, todo lo que habían jurado no hacer. Y no solo eso, entre los mismos cerdos hay disputa y la gana el cerdo Napoleón que no hace más que recordarnos a Stalin. Mi hijo que escuchaba atento, toleró todo excepto cuando los cerdos mataron al viejo y simpático caballo Búster que había luchado por la libertad para hacerlo cuero. Entonces se soltó llorando a todo pulmón por la historia del equino, y yo en silencio porque era también, lo sabía, la historia del mundo, la historia de México, la de todos nosotros. Lo que me obligó a llevar a cabo la peor tergiversación de un autor en mi vida: “…oh y de pronto vieron que en realidad Buster no estaba muerto… y volvió a reinar la armonía en la granja”. Las transformaciones, complejas como las revoluciones o menores como los simples cambios de gobierno a unos con visiones más sociales, que se dan en la historia, han fracasado casi siempre, mostrando ser completamente inocuos a los monstruos de la inequidad y la pobreza excepto en algunas experiencias del norte de Europa. Siguiendo la granja, parecería que es porque aún prima en los gobernantes el ansia de poder político. Cuando fracasa la revolución de la granja, se lee “Otra vez se decía que todos los animales se estaban muriendo de hambre y enfermedades…”

La salud igualitaria

La equidad es importante no sólo para la persona en desventaja, sino para las aventajadas, pues en algún momento las carencias de los otros provocarán carencias propias, vía violencia, pero en el caso de la salud es más directo el efecto bumerang pues si los pobres se enferman, quizá contagien a los ricos, y de ahí el miedo a los pobres del que hablaba Guillermo Prieto. Esa noción, ha permitido a algunos países ir progresando hacia un sistema sanitario más igualitario. ” Es fácil reconocer que hoy existen en el mundo tres sistemas básicos de atención médica: asistencia pública, seguro de salud y sistema nacional de salud. Estos, a su vez, están asociados con, y corresponden a los tres sistemas económicos básicos del mundo actual: precapitalista, capitalista y socialista” (Terris, 1981). Técnicamente también se puede decir que el primero será asistencialista, más estético que ético y los dos últimos pueden también, técnicamente clasificarse como sistemas Bismark (Seguridad Social), y Beveridge (Sistema Nacional de Salud). El primero basado en seguros públicos y el segundo de acceso universal basado en impuestos. El objetivo de una sociedad igualitaria es ir al Beveridge donde todas las personas tengan completa cobertura de salud, pero en la mayoría de los países se tiene una combinación de sistemas. Países con sistema universal tienden a eliminar las desigualdades como Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Nueva Zelandia y Noruega. Otros sistemas intermedios o combinados entre Bismark y Beveridge con el sistema de seguros en declive han funcionado: como Suecia y Reino. El sistema universal tiende a avanzar en la medicina preventiva pues su objetivo es en lo posible, reducir reacciones médicas. Es sorprendente que países eminentemente capitalistas pueden tener sistemas de salud socialista.

En México desde tiempos de la colonia se implantó el asistencialismo, aunque no existía el término de salud pública, sí el concepto sin nombrar. Las autoridades sanitarias, eran el Real Tribunal del Protomedicato, una institución asombrosamente parecida a lo que hoy es la subsecretaría de promoción y prevención de salud. Los protomédicos combatieron la sífilis, promovían la salud ya con la noción de saneamiento ambiental, suministraban agua, aislaban a los enfermos para evitar el esparcimiento, usaban batas de lino, etc. A diferencia de hoy, recomendaban también rezar. Bajo esas estrategias, también contribuían en la configuración de ciudades. En el Siglo XVI surgen los hospitales de especialidad que eran ubicados en las afueras de la ciudad para evitar el “miasma”, a toda costa se evitaba que los acueductos estuvieran cerca de los hospitales. Con la revolución y postrevolución se implantaron distintos seguros: IMSS, ISSSTE, Pemex, Seguros estatales. México ha tenido una combinación de sistema asistencialista y Bismark. Todos los cambios que haya dentro de esos dos sistemas no representan el verdadero reto que seria escalar al sistema universal.

Las reformas mal llamadas neoliberales, sólo han incrementado la inequidad en salud (Laurell, 2001), y el remate lo constituyó la implantación del seguro popular (Costa et al, 2021). Pero la implantación de un nuevo instituto que tan solo cambia de nombre, por más que sea un aliciente psicológico y que hasta pueda tener mejoras administrativas y éticas, de ninguna manera significa un cambio del sistema asistencial a uno universal. Así es que, continuamos en el sistema mal llamado neoliberal y técnicamente es la misma mezcla de siempre entre el asistencial y el Bismark.

El acceso a la información como alternativa, contra la inequidad

Vemos que aunque implantar la igualdad en el mundo no es una tarea obvia, los sistemas de salud pueden evolucionar hacia sistemas más civilizados que atiendan a toda la ciudadanía. México que es el veinteavo país más inequitativo del mundo considerando su índice de Gini (1), ha desarrollado en los últimos 18 años, políticas de transparencia de la información que lo colocan con “medalla de plata”, como el segundo país con mejor acceso a la información (2). Esta ventaja puede usarse para limar inequidades.

Ante la pandemia, gobiernos y sociedad han tomado gran variedad de medidas, de las cuales, sorprendentemente, muchas existían desde  la colonia como se ha mostrado anteriormente. El acceso a la información, debería de traducirse en mayor equidad, lo cual no ocurre en México. Esto es porque en realidad, la oportuna y robusta calidad de los datos en México sigue siendo una meta inalcanzable, por eso los reportes tienden a confundir lo que es el acceso con  la disponibilidad. México tiene una gran disponibilidad de información, casi cualquier dato público que se busque se puede descargar de internet, ahí está la información. Sin embargo, es el país número 52 con menor acceso a internet, con un 72% de la población con el servicio, y sin considerar la calidad del mismo. Así, es muy probable que existan los datos, pero no la información confiable que requiere cualquier ciudadano, que no siempre la pueden ver, recordando la frase “que coman pastelillos”. Aunque existen y en la práctica operan las leyes de transparencia, no se traducen en mayor equidad, sino por el contrario, marcan aún más la brecha informativa, pues solo las personas con recursos tienen prácticamente toda la información que requieran. Cuando en países tan igualitarios como Austria, Alemania, Bélgica, Francia o Dinamarca, todos ellos con índices de Gini menores de .35, hay poca disponibilidad de información para todos los ciudadanos por igual, no crece la brecha informativa, hay un acceso a internet de más de 90% de la población. Si Aristóteles explicara esto, quizá nos diría, que la causa material es el conjunto de datos, la causa formal la información, la causa eficiente el internet, y la causa final, la equidad. La información sirve, para ser iguales y su disponibilidad favorecerá la equidad, siempre y cuando sea accesible, así que esa es la tarea principal

Del ciudadano al ciudadano digital frente a la desigualdad sanitaria: disponibilidad y acceso.

Lo que caracteriza a la ciudadanía es la disponibilidad a gran cantidad de bienes y servicios, pero lo que caracteriza a la ciudadanía digital es el acceso a esos mismos bienes y servicios. El poder de la información permite hoy igualar condiciones, a tal grado que le han llamado comunismo de la información o ciudadanía digital a la condición de que todos tengan acceso a esta.

La ciudadanía digital es la capacidad de participar en la sociedad online, conectado eficientemente por internet obteniendo igualdad de oportunidades económicas evitando ser un excluido digital (Pineda, 2011), y es este último aspecto al que me quiero referir. En particular en México gran parte de la población no tiene acceso a internet. La situación ha mejorado desde 2010 cuando solo había 20% de las viviendas con internet aunque el 58% de las viviendas tenían al menos un celular. (Suarez y Martínez, 2012). Hoy, el 71% usa internet y el 77% usan redes sociales (4).

La brecha digital implica mayor vulnerabilidad en la educación, mientras que en las clases sociales medias y altas, la suspensión de las actividades escolares representa una pausa, en otros segmentos los alumnos no regresarán, se estima que el 10% no lo harán, (Cortés e Islas, 2021). Una forma de reducir la brecha es mediante el aprendizaje de las TICs. Así, el acceso a la información que hoy no existe sin acceso a internet, se puede ver como la materialización de los derechos. La brecha digital en los países en desarrollo es muy alta, en México se acentúa aún más en las comunidades indígenas. Esto abrirá en la epidemia aún más la diferencia existente entre el acceso a la educación de las personas pobres y el resto de la población (Lloyd, 2020).  Ante el panorama de México como un país altamente desigualitario, existe el gran peligro de que se acrecenté la brecha digital y de ahí la económica (Archundia, 2020) y también la de salud y resiliencia. Así que un primer paso es que todas las personas tengan acceso a internet, y luego, que todos tengan desde ahí, acceso a la información, en tiempo real, por medio de portales dedicados a distintos temas, como la salud.

Como funciona la inequidad en la pandemia

En una investigación en curso dentro de la misma Unidad Gits, analizamos la desigualdad general y en particular en salud durante la pandemia a partir de la ENIGH (Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares), instrumento que mediante métodos y preguntas estandarizadas entre distintos países por la Conferencia de Camberra, aprovechando que permite comparar ingresos y gastos de los hogares en un mismo lugar, o del mismo lugar en el tiempo. Aquí seleccionamos algunos hallazgos, que resultan de comparar los años 2018, más de un año antes de la pandemia, y la 2020 seis meses después del inicio de la pandemia. Los hogares están clasificados por su estrato socioeconómico en 4: Bajo (25%), medio bajo (53%), medio alto (15%), alto (6%) y el alto 5.7% de la población. Así, tenemos las condiciones de las familias, antes de la pandemia y en curso en los primeros meses, que fueron en particular los que más paralizantes de la economía han sido. Esto nos permite ver también aspectos de la inequidad y la importancia de la información, como veremos adelante.

Como se aprecia en la gráfica 1, que representa el número de infecciones por colonia de la Ciudad de México, durante el primer año de la pandemia por la proporción de hogares en niveles de estratos bajos, apreciamos que las zonas con población de ingreso bajo tuvo más probabilidad de tener infecciones por Covid.

Gráfica 1. Situación de presencia de infecciones o no, en las colonias por la proporción de población de los niveles bajos (D y D-) en la ciudad de México en el primer año de la pandemia.

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Fuente: Datos Abiertos Ciudad de México. Infecciones por colonia.

Lo anterior si se extrapola de forma muy simple puede llevar a resultados equivocados. En la tabla 1, se verá que contra lo esperado, los niveles altos trabajaban más antes de la pandemia que durante los mismos meses de la misma. Mientras que el nivel bajo se mantuvo en las mismas horas trabajadas a la semana, todos los otros niveles trabajaron menos. En cuanto al ingreso semanal familiar este creció en todos los niveles o estratos, excepto en el alto que decreció. Visto así, podría parecer anti intuitivo. Pues al parecer, menos horas trabajadas produciendo menos dinero podrían significar un daño mayor. Pero cuando observamos el costo de esto, vemos que no fue así, el nivel bajo, mantuvo el número de perceptores promedio, es decir, en un momento crítico como la pandemia que reduce el poder económico, tuvo que incrementar su ingreso para mantenerse casi al nivel de la subsistencia, mientras que los estratos altos, se permitieron ver descender su ingreso y aun permanecer muy por arriba de la línea de subsistencia.

Esto implico que en los hogares de niveles bajos, miembros que no trabajaran lo hicieran. Pero esto fue a costa de las horas de estudio, de forma que muchos abandonaron la escuela y no se sabe si regresarán a ella, como lo muestra el número de horas dedicadas al estudio. De esto ya hay noticias, por ejemplo, el estado promueve programas para que los niños puedan estar en la escuela desde casa como Aprende en Casa, o Escuela en Casas en el estado de Chiapas, pero si las familias no cuentan con internet, o simplemente son varios niños y solo una computadora todo se complica y sólo pueden acceder a los programas por televisión o radio que cuentan con menos recursos académicos (Martínez et al, 2020). El acceso a internet permite sistemáticamente mejorar las condiciones, somo las plataformas de salud, facilitan acceder a los sistemas que normalmente no se tienen y aprender de ellos en una planeación familiar ante el Covid 19 por ejemplo, a que clínica acudir en caso de emergencia, que colonias evitar por gran densidad de caso usando el Sistema de Información de la Red Irag.

Tabla 1. Comparación de parámetros de ingreso y trabajo antes y durante la pandemia

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Una historia típica en una ciudad, es que en un hogar de clase media, las personas trabajan en hogar, o pueden dejar de hacerlo viviendo de los ahorros. Durante la pandemia, ahorran en gasolina, alimentos fuera del hogar, y en el tiempo gastado en traslado, es decir, incluso reduciendo sus ingresos ganan. Pero en una familia de clase baja, trabajan más, con condiciones más caras, pues el transporte se hace menos eficiente, y ante la falta de trabajo más miembros del hogar deben trabajar. Es decir, potencialmente la pandemia puede beneficiar a las personas de mayores recursos, aun en el escenario de que reduzcan más sus ingresos.

En México, el nivel educativo en uno de los determinantes más importantes del nivel socioeconómico, como se aprecia en la gráfica 2, del tipo análisis de correspondencia, mientras el nivel socioeconómico de los hogares va subiendo, también lo hace el nivel escolar del jefe de familia. Por otro lado, hay cierta relación entre el ramo de actividad al que una persona se dedica y su educación. Es más común que quien se dedica a los servicios tenga un nivel socioeconómico más alto, mientras que la industria y el comercio se relacionan con un menor nivel socioeconómico.

Gráfica 2. Relación entre nivel socioeconómico y grado académico.

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Se aprecia en la gráfica 3, como los negocios de los hogares dedicados a servicios, fueron los únicos que en realidad disminuyeron su ingreso promedio. Aunque aún con la disminución son mucho mas rentables que los otros giros.

Gráfica 3.

REDIRAG – “comunismo de la información” como arma epidemiológica urbana - grafica 3

En la gráfica 4 se aprecia como evolucionaron los gastos antes y después de la pandemia para los distintos estratos socieconómicos. Se verifica que las familias de mayor ingreso gastan sustancialmente menos en educación, esparcimiento, transporte y alimentos fuera del hogar. Mientras que el resto de estratos, se mantienen más o menos con los mismos niveles de gastos. Así que aunque el estrato alto,  sea el único que vio un descenso en su ingreso, este todavía lo dejó muy por arriba de lo necesario, pudiendo hacer frente a la contingencia. El minigrama de la figura 5 lo muestra también.

Gráfica 4. Evolución del gasto antes y después de la pandemia. Con gastos expandidos a precios de agosto 2020. Fuente micro datos ENIGH 2018 y 2020

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Figura 4. Minigrama que explica como la reducción de gastos en el nivel alto le permite mejorar su nivel aun con la reducción de ingresos que implica la pandemia.

REDIRAG – “comunismo de la información” como arma epidemiológica urbana - figura 4

Conclusión

La inequidad no ha logrado ser superada en el mundo ni en la salud ni en otros aspectos como la vivienda, la alimentación, la educación, el esparcimiento. Ni las revoluciones ni las reformas nacionales lo han logrado, salvo en muy pocos países. Para acortar la brecha que significa la brutal inequidad, es necesario recurrir al comunismo de la información o la ciudadanía digital. Aun en un mundo tan injusto como el actual, las plataformas digitales permiten igualar condiciones como en el caso de la salud, aunque también aplica a otros sectores. Un sistema que le dice a los ciudadanos, que hospital está saturado, en que lugares hay más casos, no elimina las diferencias sociales, pero con información, permite facilitar el acceso a los servicios con los recursos tecnológicos que hoy existen. La Red Irag, en su nivel tecnológico actual, puede dar un sinfín de servicios a la sociedad. Imaginemos que pueda ser descargada desde un teléfono por la ambulancia para ver a donde llevan a un paciente, o una persona quiere decidir si permite que su hijo vaya a un lugar que tiene señales de alto contagio. Incluso puede proporcionar información para quien este interesado en desarrollar una plataforma donde donadores de medicinas sepan a que hospital le sirven mas. En sus condiciones actuales, sin ningún aditamento sirve para que perfectamente los gobiernos locales puedan establecer estrategias de atención y que finalmente la información permita limar un poco las diferencias tan fuertes que existen en salud.

Referencias

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Referencias WEB.

*Tonatiuh Meaney

Coordinador de impacto social Plurmac

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Columnista invitado


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