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Cerro de Chapulines

Hablemos de Urbanismo |

POR MIGUEL ALEJANDRO ALDANA LÓPEZ

Literalmente Chapultepec significa “Cerro de los Chapulines”, ese lugar de la CDMX recibió el nombre debido a la naturaleza árida de su formación, donde el gobierno de Azcapotzalco les permitió a los Mexicas su primer penoso asentamiento. Desde entonces lo atractivo del sitio es su elevación estratégica y el agua cristalina que brotaba en el lado sur.

Fue después que los huertos de Moctezuma darían su característica profusión vegetal. Uno de los sitios más importantes la ciudad nace de una delicada condición ambiental y así se mantiene a la fecha.

Por cierto, el Chapulín (nombre genérico dado a un sinnúmero de especies ortópteras) es, etimológicamente un “insecto que rebota como pelota de hule” su exótico consumo alimenticio proviene de la desproporcionada cantidad de proteínas de su composición.

Hay un sinsentido en comer insectos que saltan como pelotas de hule del solitario cerro árido donde provenía el agua cristalina más cercana de la gran ciudad, y así es lo que ha sucedido a últimas fechas en la avenida que conecta el Chapultepec con el Centro. Claro que hay que parar el CCChapultepec a como dé lugar, corrigiendo el proyecto. La pregunta es cómo construir (metafóricamente hablando) algo positivo con lo que ha quedado de todo este mitote.

No solo están en juego 40 años de vida de las colonias Roma y Juarez de la Ciudad de México, sino que este evento sienta un precedente darwiniano que, si bien fue establecido en épocas de López Obrador con los segundos pisos vehiculares de periférico, ello no implica que sea un modelo de negocio rentable para la ciudad ni mucho menos un modelo de gobierno democrático para la sociedad.

El hecho de que los autores del proyecto defiendan con cinismo y arrogancia el diseño de su despacho no debería preocuparnos, eso se espera de los principales involucrados. El problema es cuando la autoridad defiende lo indefendible representada por solamente un par de personas (las oficinas involucradas han hecho voto de silencio). Esto parece más un asunto de unos cuantos que un acto de gobierno. Deliberadamente omitidos o voluntariamente distanciados, los demás actores del gobierno no parecen dispuestos a aplaudir.

¿Cómo puede un proyecto cultural no involucrar a la oficina de cultura de la ciudad? Porque no es cultural o al menos aún no se vislumbra. Esto llama la atención no sólo al proyecto sino a la forma de llevar la agenda cultural en la CDMX. Mediante eventos y no mediante infraestructura, considerando el corte de listón como indicador de desempeño y no la impermeabilización de las azoteas. Hemos perdido el agua que proviene de los cerros, la hemos ensuciado y enterrado. Olvidamos que el agua es la cultura ancestral de esta zona y ahora queremos que el negocio sea la cultura.

¿Cómo puede un proyecto detonador de la economía no involucrar a la oficina de desarrollo económico de la ciudad? Es que no es un proyecto de desarrollo económico de la ciudad. Hablando en términos neoliberales podemos apuntar al concepto de competitividad, muy sonado en foros económicos. La jerarquía de las ciudades se sirve de la oferta comercial de toda una región y no de un pequeño nodo de la ciudad ¿y si el proyecto «segundos pisos privados disfrazados de espacio público» en vez de dividirse en 13 puntos físicos específicos consistiera en atender orgánicamente la economía trans-estatal? La dieta a base de chapulín no parece una forma de alimentación muy sólida comparada con la mundialmente aceptada carne de res y sin embargo contiene una proporción de hasta el 75% de proteína, si eso no es alto rendimiento habrá que revisitar a Smith, Keynes y Friedman.

¿Cómo puede un proyecto de espacio público no involucrar a la oficina de espacio público de la ciudad?

Lo mismo que en los casos anteriores, sabemos que no es un proyecto de espacio público aunque pareciera ser el protagonista de esta puesta en escena. Lo que hace el #CCChapultepec es vulnerar el espacio público con espacio privado: privado para el auto, privado para el consumidor y para el negocio. La ciudad podría ofrecer un parque para mascotas, picnic, asoleamiento y camping. Un gran espacio público verde sin construcción y sin actividades «programadas», como debería poder ser el espacio público si fuera congruente con la dinámica social actual, si tan solo la aprovecháramos. Los primeros Mexicas sacaron gran provecho de un páramo y construyeron un imperio no programado.

¿Cómo puede un proyecto ambiental no involucrar a la dependencia ambiental (local o federal)? Obviamente no es un proyecto ambiental. Porque una cosa es recibir estudios de impacto ambiental y emitir resolutivo y otra es tener objetivos de reforestación y rescate de ríos urbanos. La gestión ambiental en la CDMX es regulatoria: trata de hacer «regular» el ambiente.

El CCChapultepec hace espacio privado: de sol al hacer un sótano de un kilómetro de largo. Espacio aéreo privado de vegetación alta. Como manifiesta oficialmente Greenpeace el planteamiento de atraer pájaros al bosque cercano no es serio. El proyecto también genera subsuelo privado de agua de lluvia. Todas estas privaciones apuntan a un proyecto caro que hará redundar esfuerzos inútilmente en un afán justificatorio. Argumentos que saltan como pelotas de hule.

Claro que hay que parar el CCChapultepec a como dé lugar, corrigiendo el proyecto. La pregunta es cómo construir (metafóricamente hablando) algo positivo con lo que ha quedado de todo este mitote.

MIGUEL ALEJANDRO ALDANA LÓPEZ, estudió la carrera de Ingeniero Arquitecto en el IPN y un máster en Gestión Creativa y Transformación de la Ciudad en la Universidad Iberoamericana, Universitat Politècnica de Catalunya y Arquine en México y Barcelona.

En 1997 funda con Patricia Sánchez, ESTAR (ESTUDIO TALLER ARQUITECTURA).

Ha realizado / colaborado en más de 500 proyectos de diseño de distintas escalas que van desde el interiorismo a la planeación urbana, nacionales e internacionales.

En 1995 ganó el primer lugar en el Concurso de Croquis organizado por el Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional en México, y en 2011, obtiene el premio de la bienal de arquitectura tabasqueña a la mejor investigación del 2011 por el proyecto Clausura de Tiraderos Municipales

Participo con tres de sus obras en la exposición colectiva La técnica y el arte. Arquitectos del IPN en El Museo Nacional de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes en 2011.

Su obra ha sido publicada en periódicos y revistas a nivel nacional como ArquiTK, Diario El Sureste, Diario Milenio, Diario Olmeca, CuArq.

En 2006, participó en la radio peruana desde México en “La Hora del Arquitecto”; en 2013, conduce 50 emisiones del programa UbiCiudad en Radio Arquitectura en sociedad con Fabián Del Valle y colabora con Verónica Pérez en la realización de la revista UbiCiudad.

[email protected]

@mikealex_aldana

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