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Cinco puntos para implementar la Nueva Agenda Urbana

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Por ONU-Habitat.

 

En octubre de 2016 en la ciudad de Quito, Ecuador, los 193 estados de la ONU definieron una hoja de ruta llamada la Nueva Agenda Urbana (NAU) que define el ideal de ciudad segura, inclusiva, sostenible y resiliente. Es una propuesta que viene de la mano del movimiento de las agendas mundiales de desarrollo.

 

La NAU promueve ciudades más compactas, más conectadas, integradas e incluyentes, por lo que su composición se integra por un catálogo de orientaciones y principios, así como de planteamientos que inspiran la acción de gobiernos nacionales y locales, del sector privado, de las organizaciones sociales y financiadores del desarrollo.

 

En América Latina se ha discutido en los últimos años sobre las nuevas formas para generar crecimiento económico, y la Nueva Agenda Urbana llega con ese planteamiento transformador. Igualmente se han hecho muchas preguntas en nuestra región sobre nuevas formas e iniciativas que permitan generar mejores condiciones de vida para la población. La Nueva Agenda Urbana también hace un planteamiento que permite construir nuevas condiciones para mitigar las dificultades que provienen de las desigualdades.

 

La NAU presenta un planteamiento de fondo que busca superar las dificultades actuales de la ciudades al pasar del paradigma de –un problema que hay que resolver-  por el de una oportunidad para catalizar los logros que pretendemos alcanzar con las agendas de desarrollo.

 

La Nueva Agenda Urbana llega con una propuesta de implementación y en ONU-Habitat la hemos puesto sobre la mesa recientemente a través de cinco puntos:

 

El primer punto es promover una nueva generación de políticas urbanas nacionales. Por ejemplo, actualmente trabajamos con Argentina para sacar adelante una nueva política nacional urbana que ayudará no solamente a coordinar los diferentes sectores nacionales que tienen que ver con temas de transporte, productividad y vivienda, sino que también servirá como marco nacional para mejorar la coordinación entre el gobierno nacional, las provincias y los gobiernos locales.  Los informes de ONU-Habitat demuestran que las ciudades más prósperas son aquellas en donde hay buena coordinación entre los diferentes niveles de gobierno.

 

El segundo punto es la revisión de la normatividad urbana, la cual puede habilitar, facilitar y crear las condiciones para obtener una mejor articulación entre inversiones de los diferentes niveles de gobierno. Por ejemplo el país sede de Habitat III (Ecuador) con apoyo de Naciones Unidas, desarrolló recientemente una nueva ley de gestión de suelo y ordenamiento territorial que adaptará orientaciones nacionales para ponerlas a tono para su implementación a nivel local.

 

El tercer punto es el diseño y la planificación urbana.  Sabemos por la evidencia que la mayor productividad económica y las mejores posibilidades de enfrentar el cambio climático, de adaptación, de generar condiciones de resiliencia tienen muchísimo que ver con las formas urbanas.

 

El cuarto punto es la posibilidad de hacerlo factible, es decir el financiamiento del desarrollo urbano. Hoy en día, los más optimistas nos dicen que la urbanización debe ser vista como una inversión y no un gasto,  y esto es un elemento muy importante para cualquier ministro de finanzas o de hacienda. Si se estructura bien la NAU a nivel nacional-regional y se diseñan buenos proyectos, se van a generar plusvalías, fenómenos de valorización del suelo en las áreas, y si hay un buen mecanismo para compartir esas plusvalías se van a generar nuevos recursos. Hay una correlación directa entre la capacidad de innovación y la densidad económica de la ciudad por lo que cabe preguntarse qué tan densas son nuestras ciudades desde el punto de vista económico para facilitar la innovación.

 

El quinto punto es la implementación local, es decir todos estos marcos y planteamientos deben traducirse en proyectos concretos con evidencia específica a nivel local, con esquemas de cooperación estratégico, y ahí el concepto clave se denomina operaciones urbanas integradas. Por ejemplo, en Mérida, Yucatán, en conjunto con la participación ciudadana colectiva, se han podido establecer paquetes de proyectos multidimensionales que permiten un avance sustantivo en términos de construir una ciudad integral y sostenible.

 

A la fecha, y en menos de un año de haberse adoptado la Nueva Agenda Urbana por los 193 estados miembros de Naciones Unidas, tenemos ya casos inspiradores que pueden guiar y confeccionar su implementación en otros países, en otros estados y en más ciudades, sin embargo no hay que olvidar que aunque la NAU es un cambio de paradigma y un elemento transformador que puede generar crecimiento económico y social, este será posible siempre y cuando se tenga la capacidad de pasar de las declaraciones a los proyectos concretos, con evidencia específica a nivel local y con esquemas de cooperación bien desarrollados.

 

“Estaríamos engañándonos si afirmáramos que existen recetas mágicas para dar solución inmediata a los principales problemas de la urbanización latinoamericana, ya que cada ciudad tiene sus propios desafíos. Lo que en cambio sí existe, es un conjunto de estrategias que pueden contribuir de manera extraordinaria a la mejora de la vida urbana y a la generación de empleos y prosperidad. Estas medidas están contenidas en la Nueva Agenda Urbana”, Joan Clos, Director Ejecutivo de ONU-Habitat.

 

Conoce más y descarga la Nueva Agenda Urbana en este enlace.

 

ONU-Habitat

 

 

 

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Hanae Pacheco


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