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Lo que dicen de uno en las calles

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Hace casi un mes, mi colega Margarita Gallardo habló sobre los patinetos, personas que rolan por la calle en cuatro ruedas, pero que son tachados de vagos, flojos, delincuentes. Situación que demuestra que somos muy prejuiciosos, casos que se deben mucho a un tema de estereotipos y educación.

Recuerdo que algunas de las clases universitarias, discutimos sobre cómo somos los mexicanos, algunos aspectos son que tenemos un sentimiento de inferioridad, pues cuando somos niños, cada vez que un adulto nos llamaba y contestábamos “qué”, nuestra mamá, la abuela o la tía nos decían: “no se contesta qué, se dice mande”. Es decir, estamos predispuestos a que nos van a ordenar y tenemos qué obedecer.

Pero para nos desviarnos del tema, regresemos al caso de los estereotipos y algunas de las cosas que me tocaron pasar por esta situación.
Como adolescente que acaba de salir de la secundaria, decidí dejarme el cabello largo, como un par de años no fui a la peluquería, pero eso daba motivo para que algunas señoras me vieran mal en la calle, que en el transporte público escondieran sus cosas o, de plano, no sentarse junto a mí. La verdad es que nunca le di mucha importancia.

Pero también pasó que un par de ocasiones las patrullas me pararan en la calle, sin ningún motivo, sólo por mi apariencia. Aquí es donde uno se pregunta, ahora que salen muchas notas sobre los gobernadores que se han robado millones del erario, esas personas siempre bien vestiditas, peinadas y perfumadas resultan las peores (este, obviamente, es un prejuicio que yo tengo).

Por un tiempo me libre de esas miradas y actitudes, ya que me tuve que cortar el cabello para las fotos del servicio militar. Sin embargo, en mi época universitaria de nuevo me dejé el cabello largo, me hice rastas y me peleé con los rastrillos.

Y otra vez fui víctima de los prejuicios de muchas personas. Caminaba por la banqueta y una señora venía en sentido contrario, faltaban como 5 metros para que nos cruzáramos, pero yo creo que pensó que la iba a robar o algo porque se echó a correr para pasarse la calle, casi la atropellan.

También fue frecuente que algún policía me preguntara que a dónde iba, que qué hacía en la zona, aunque fuera en la colonia donde vivo. En otra ocasión, con un grupo de amigos fuimos a un concierto en el Zócalo, de los 8 que íbamos los policías solo a mí fueron al que revisaron para que no metiera cosas ilegales, aunque les dije varias veces que no llevaba ninguna sustancia ilícita.

Es cierto, cada uno traemos una carga de prejuicios y estereotipos, pero ojalá haya oportunidad para que comprobemos si son ciertas o no. Quién sabe qué puedan decir de nosotros lo mismo de lo que acusamos a los demás.

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Diego Rodríguez

Egresado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la carrera en Comunicación, con especialidad en medios escritos. Reportero del desaparecido periódico Nuestro México, en donde cubrió las fuentes delegacionales y Asamblea Legislativa. También trabajó en la Coordinación de Comunicación Social en la delegación Álvaro Obregón. Le gusta leer novelas y cuentos.


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