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El teléfono, tú y yo

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Las relaciones humanas cambian con cada «whats» que mandas, ¿qué harás al respecto?

Si bien es cierto que los smartphones, tabletas y ene cantidad de aparatos electrónicos han llegado para hacernos la vida más fácil, también es cierto que han limitado nuestra comunicación, aprendizaje y desenvolvimiento en la sociedad, a tal grado que los niños, desde tempranas edades aprenden primero a buscar videos y a manipular aplicaciones, que a hablar; lo que se refleja en notorios cambios en la manera en la que ellos se divierten.

Como ejemplo, hace algunos días me encontraba perdiendo el tiempo en Facebook justo antes de dormir, cuando me encontré con un video compartido por una amiga que hace años no veo, pero de la que sé muchas cosas de su vida gracias a esta red social, y en el que le preguntan a tres distintas generaciones (definamos abuelos, padres e hijos) cómo se divertían cuando niños. Los resultados son tristes para personas que, al igual que yo, crecieron con las rodillas raspadas por andar en bicicleta o por correr detrás del perro, pues ahora los niños ya no salen, prefieren quedarse sentados en la sala «divirtiéndose» con una consola de videojuegos o algún otro aparato electrónico.

 

 

Quizá soy pesimista, pero un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, advierte que el contacto que tienen niños de entre uno y tres años con este tipo de aparatos podría afectar su desarrollo social y emocional; además de que el arrastar los elementos con el dedo podría dificultar la comprensión de conceptos que requieran de deducción y lógica, como matemáticas y otras ciencias.

Esto escandaliza porque muchos padres no saben aún cómo controlarlo o simplemente creen que no es tan grave, supongo que lo mismo pasó con la televisión y recuerdo cómo mi madre nos limitaba a mi hermana y a mí a cierto tiempo con nuestros programas favoritos y solía molestarse porque nadie platicaba a la hora de la cena porque estábamos viendo algún programa. Lo siento madre, tenías razón.

Pero aún queda esperanza para nuestros corazones, pues otro estudio dirigido por la profesora Annette Karmiloff-Smith, afirma que las tablets ofrecen a los bebés y a los niños en general, una gran estimulación para sus cerebros, y llega a afirmar que podrían ser benéficos, incluso más que los libros, siempre y cuando se les ofrezca el contenido adecuado. Entre las pruebas realizadas destaca el hecho de que, bebés de entre 6 y 10 meses lograron reconocer el número 3 de forma sencilla al mostrarlo en una tablet, pues en realidad lo que les importa es el sonido al pasar las páginas, pues a esta edad su Sistema visual se siente atraído por el movimiento. Este estudio aún no concluye, así que pronto tendremos una investigación más amplia y algunos descubrimientos y conclusiones.

 

No todo queda en los niños

Ahora bien, los niños no son los únicos que tienen problemas con estos aparatos del demonio. He de admitir que a mis 23 años, no puedo estar en paz si no reviso Whatsapp, Facebook o Twitter varias veces al día, y qué decir de dejar el teléfono en casa, la última vez que lo olvidé, me sentí pérdida en este mundo rodeado de personas interesantes a las que tuve que tratar porque no tenía en qué perderme.

A mi desorden, y que seguramente también es tuyo, los expertos lo llaman Nomofobia y consiste en no poder vivir si no tienes tú teléfono a la mano, no importa si nadie te llama o escribe (el sin amigos te dicen), es esa simple y terrible necesidad de mantenerte dentro de ese mundo digital en el que parece todos ya están inmersos.

Según una encuesta realizada en línea por SecurEnvoy a más de mil personas en Inglaterra, el 66% de los jóvenes la padecen, e incluso sienten ataques de pánico o faltan a sus escuelas y trabajos al no encontrar el teléfono por la mañana. Y mientras más joven seas más propenso eres a padecerla, pues el 77% de los jóvenes de entre 18 a 24 años encabezan la lista, seguida pos las personas de entre 25 y 34 años, con el 11%.

Y para mi desgracia, las mujeres son más propensas a sentirse alteradas por la separación de sus teléfonos, ya que el 70% de las encuestadas reportaron fobia al alejarse de sus aparatos, contra el 61% de los hombres.

Ahora es donde llega mi tarea del mes: fíjate a tu alrededor, ¿qué están haciendo las personas que te rodean? ¿Conversas con tus padres a la hora de la cena? ¿Con quién hablas más, con la persona que tienes a un lado, o con aquella que está a varios kilómetros a la distancia pero que está conectado a Facebook o Whatsapp? ¿Qué dicen las personas en el Metro? Ya casi no hay señoras platicadoras, de esas a las que casi todos evitan. Incluso, mientras escribía esto, me encontraba sentada en una banca de Reforma con varias personas a mi lado, y a excepción de dos señoras, nadie más hablaba, todos teníamos un smartphone en la mano.

Quizá se trate de una nueva forma de interacción humana, quizá terminemos como aquellas personas con obesidad de la película Wall-E, quizá la gente se volvió más aburrida. No sé, pero me sigo negando a que mis amigos estén pegados al teléfono cuando salimos a algún lugar y no convivan o se pierdan en las conversaciones y, por lo menos yo, intento evitarlo.

¡Gracias querido Martin Cooper por inventar los celulares y darle vida al primer smartphone, y gracias Steve Jobs por perfeccionarlo!

 

AMÉN.

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Sofia Osorio

Egresada de la Facultad de Estudios Superiores Aragón. Comunicación y Periodismo. Loca y feliz. Suele reírse de todo, dormir en el transporte público y terminar corriendo para llegar a cualquier lugar. Cantante de regadera, bailarina frustrada y chiva de corazón, apasionada por lo que hay que hacer. Enojona, gritona y medio amable con la gente. Su primera oportunidad laboral la tuvo como becaria en la revista Klika y fungió como community manager en Grupo Radio Centro. Actualmente explora nuevos campos del periodismo en Centro Urbano.


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